viernes, 22 de enero de 2016

Tuve un sueño que se cumplió.... Seno Pia

Cuando empezamos a restaurar el velero ya soñábamos con ir a zonas frías, ya mirábamos guías de esta zona, ya soñábamos con Patagonia.

Es cierto que el Mediterráneo nos enamoró y nos secuestró una buena temporada, que después de eso tuvimos planes menos ambiciosos y cambiamos la idea del sur del mundo por una vueltita por el Atlántico que nos llevara a Groenlandia.

Pero Patagonia, Tierra del Fuego debían seguir ahí, pegando fuerte en el subconsciente, porque finalmente los vientos nos dejaron justo aquí, donde habíamos soñado.

Al ver las guías había una foto que me tenía robado el corazón y hacía que mi imaginación volara sin control: una caleta protegida, entre árboles verdes, con un glaciar tocando al mar a la proa del velero. Yo quería esa foto.




Hace unas semanas, Alisa del Galactic, publicaba otra foto -su velero navegando frente al azul imposible de un glaciar- y decía que sí, que era una foto típica y tópica entre todos los veleros que navegan por aquí,  pero que estaba feliz de tener SU foto del glaciar con SU velero navegando frente a él... ainshhh, ya que habíamos llegado hasta tan lejos, yo también quería NUESTRA foto frente al glaciar.




Tantos sueños, tantos deseos... todos se han cumplido en apenas una semana!

Alex y Marta nos vinieron a ver 13 días así que en su visita pudimos llegar más lejos, ver más cosas...

Es verdad que hemos tenido algún día más ventoso que nos ha tenido resguardados en un fondeo (tan bueno el lugar que ni el viento sentíamos), que en la navegación de regreso a Ushuaia nos cayó un tormentón de los que hacen historia (aunque navegamos a vela, rápido, lindo, medio regateando con otro velero, sacando decimillas y risas de cada racha de viento, empapados pero contentos).

Pero de esos 13 días yo me quedo con el paso por Seno Pía. Olla me tiene robado el corazón... pero Pía, mmmmmm, Pía se quedó con algo más que eso.

Al bajar en los meses de invierno solo visitamos el brazo este de los dos en que se divide el Seno. Fue imposible fondear en Beaulieau porque estaba completamente helado y tal vez la única -y no recomendable forma- de atar a los árboles era, tras abrirnos paso rompiendo hielo, caminar sobre las aguas... heladas.




Ahora el paisaje era muy distinto, el día lindo, el fondeo acogedor, espectacular, ese era el lugar de la foto. Ya desde el fondeo el paisaje era absolutamente maravilloso.








Pero tras un paseo gratificante, a penas media hora de subida por la ladera de la montaña... la foto, sí, esa foto que yo buscaba,  estaba allí esperándonos!



No estábamos solos en el fondeo, compartíamos paraíso con el Phoenix, un velero ¡de Rumanía!, Mario -con dos vueltas y pico al mundo- y un amigo fueron nuestros compañeros de charla por una noche.

Al día siguiente queríamos navegar hasta el pie del glaciar (o de los glaciares, según la meteo) porque Pía tiene dos brazos en los que tocan al mar sendos glaciares.

Yo, como siempre, miedosa. Johan como siempre, tranquilo. Alex y Marta, como corresponde, expectantes. Dejamos el fondeo después del desayuno y pusimos rumbo al glaciar que cae en el brazo este del Seno



Aunque no había los bloques de hielo del invierno... el camino libre de obstáculos no estaba. Yo siempre con el "ya estamos bastante cerca", Johan con el "vamos a acercarnos un poco más" y así adelantando metro tras metro.






Y cuando ya estábamos muy, muy cerca, Johan dijo con una gran sonrisa -y es que me conoce mejor que nadie-: "bajad la auxiliar y así podéis hacer esa foto con la que estás soñando"

Y bajamos la auxiliar, y nos quedamos allí los tres viendo como el Alea iba sorteando el hielo para dar una vuelta a los pies del glaciar... y haciendo no una foto sino decenas.









Volvimos a embarcar, subimos la auxiliar y aunque yo pensaba que ya había tocado el cielo, todavía nos quedaba mucho día por delante. Salimos con calma del brazo este y nos dirigimos hacia el brazo oeste donde nos esperaba otro glaciar.

Al enfilar el tramo final vimos que había otro velero allí, ¡se veía tan pequeño en la inmensidad del paisaje!!

¿qué no véis el velero?

es eso chiquito dentro del círculo

¿ahora mejor?
Era el Kuaka, un velero de Nueva Zelanda pero con tripulación de Alaska. Ellos se quedaron al menos a una milla del final -cosa que a mí me pareció muy sensata- pero esta vez ya no me atreví a sugerir que era suficiente y dejé que Johan nos llevara despacito hasta el mismo pie del glaciar. Creo que los paisajes no necesitan comentarios














Por si a alguien le interesa mi opinión, yo habría echado el ancla allí y me habría quedado a vivir para siempre; despertarme cada mañana con el glaciar a tocar con la punta de los dedos, ver pasar las estaciones y con ellas los cambios del color del cielo, del hielo... sí, ya sé, si no me hubiera matado un temporal, lo habría hecho el hambre, quien sabe si al final me habría cansado pero lo cierto es que yo me quería quedar.



Johan, siempre más sensato, paró el motor y dejó que el velero se meciera llevado por la corriente durante algo más de media hora, después me miró con cara de "ya lo sé, pero lo siento, no puede ser" y puso rumbo al que sería nuestro fondeo por esa noche, a penas un poco al sur.




Con Marta nos fuimos de paseo, a ver esa maravilla desde otro ángulo, a sentirnos un pedacito pequeño en medio de tanta inmensidad, a grabar las imágenes en la memoria, para siempre, siempre, SIEMPRE...



Todavía nos queda un mes por la zona, esperamos poder compartirlo con más gente que nos visite.

Todavía un mes y ya me invade la añoranza.

Me siento tremendamente feliz y afortunada. 
Gracias Alea y gracias Johan por hacerlo posible.

para comunicarnos por el mail sailingalea@yahoo.es

jueves, 7 de enero de 2016

Reviviendo el Beagle. 2° parte

Seguimos escribiendo desde Puerto Williams y parece que aquí nos quedamos por un rato porque el tiempo -que tan bien se ha portado con nosotros durante el mes de diciembre- ha empezado el año un poco peleón.



Así que tenemos tiempo para ordenar fotos, ordenar experiencias... y compartir aventuras. Hablando de compartir hemos recibido un par de comentarios de gente que quiere venir a pasar unos días... la forma más fácil y ágil de comunicarnos es mediante el mail, así que esperamos un mensajito en sailingalea@yahoo.es

Con Rosa y Xabi todo empezó un poco dificultoso; maldita burocracia: en Argentina, por ser sábado, solo nos atendían a las 18h y nos tocaba navegar con el final del día, en Williams un cambio del personal de aduanas nos retrasó la salida hacia los ventisqueros, su plan de viaje nos dejaba poco tiempo. Objetivo: Caleta Olla.

Salimos pasado el medio día del domingo con intención de avanzar cuánto pudiéramos porque el día siguiente parecía iba a ser algo ventoso; llegamos a caleta Letier donde se puede fondear sin atar a tierra porque el parte que teníamos decía que el viento subía a partir de las 12h así que el plan era madrugar mucho y salir deprisa.

Madrugar madrugamos bastante, salir, salimos deprisa... navegar no tanto. El viento en contra que empezó siendo de 15 nudos, a las 3h era de 45. Probamos con vela, sin vela, rumbo directo, haciendo bordos... y decidimos ser realistas y dar media vuelta para buscar el refugio del fondeo. Por no desandar tanto camino elegimos caleta Eugenio donde sabíamos había otro velero.

En menos de una hora desandamos lo navegado en más de tres. Entramos en la caleta y pedimos permiso para compartir el lugar con el Moana. Amables y voluntariosos nos ayudaron con el amarre... y empezó una bonita historia de amistad. Al final, siempre, la gente es lo mejor del viaje y estos tres navegantes bien valían atrasar la llegada a los ventisqueros.

amigos en el fondeo

El lugar es lindo y antes de cenar con los vecinos tuvimos tiempo para pasear sin prisas disfrutando de los paisajes siempre estupendos de este rincón del mundo!

contemplando el Beagle

Flores minúsculas, belleza con mayúsculas

nubes para soñar

prohibido comerlos por culpa de la marea roja... pero aptos para despertar el apetito de cualquiera

Y al día siguiente conseguimos llegar a Olla, eso sí, con una navegación nocturna para acomodarnos a los designios de don Eolo! Sin tiempo para ir mucho más allá, un día de sol radiante nos permitió una salida de día hasta el glaciar Romanche. En apenas 20 millas hasta tres glaciares besan el mar. El Beagle nos tiene enamorados pero no cuesta demasiado entender por qué.

Glaciar Italia




Glaciar Alemania


Mirando el lado sur del canal




Glaciar Romanche






ya sabéis... encantados de compartir
sailingalea@yahoo.es