lunes, 30 de marzo de 2015

Poupuorri de pensamientos e información 1° parte

¿No os ha pasado nunca que tenéis mil cosas que hacer -y los medios para hacerlas- y lo vais dejando pasar y de repente es tan tarde que hacerlas ya no es tan fácil?, bueno, a mí me pasa todo el tiempo, y aquí estoy con las últimas posibilidades de tener una comunicación -mala pero ahí- de internet para contar mil cosas en el blog. Cosas que podía haber escrito hace semanas, pero en fin, es lo que hay, así que hoy toca

POUPOURRÍ DE PENSAMIENTOS E INFORMACIÓN

  • Lo que dejamos atrás 1°parte.
    Cuando llegamos a la marina habían varios veleros y caímos justo para la fiestaza de fin de año así que fue fácil establecer contactos, conocer caras nuevas, saber de dónde era cada quién, de dónde venían a dónde iban...


    Al día siguiente pensamos ilusionados que habría algún tipo de encuentro vespertino en el “social house” algo así como las “happy hour” del Caribe; pero no había nada. Lo comentamos con la gente del Tara y la conclusión fue sencilla: si no hay bar ni happy hour... pues no lo inventamos. Fuimos por todos los veleros proponiendo un encuentro informal a las 17'30, cada cual con su bebida, tal vez algo que picar y ¡premio! Durante semanas hemos disfrutado (mucho) de un buen rato de charla después del día de trabajo. Hemos podido compartir información útil, historias de vida, proyectos y sueños. Gracias a todos por hacer el viaje más vivo, más pleno (a Tara, MeerBaer, Petit Prince, Lojan, Walkabout, Krestel, Bomika, Trobadeur, Illawong, Anna Carolina, y otros cuantos que se me quedan en el tintero)




Con la cosa del happy hour nos hemos ido animando y hemos organizado también alguna que otra barcoa, la última cuando todos los que partían hacia Polinesia (la mayoría) estaban prestos a zarpar. La especialidad culinaria del Alea esta temporada ha sido el alioli (contra a todos mis principios hemos empezado a hacerlo a máquina si es para un grupo grande... sale rico!) Total que en la barbacoa llevamos un buen perolo para acompañar a la carne asada y ni siquiera alcanzó para cuando las brasas estuvieron a punto; Frank me preguntó como se hacía lo invité a que viniera a bordo al día siguiente y así hacíamos una prueba. No me preguntéis cómo pero de repente iba de boca en boca que a las 12h en el Alea había taller de alioli... ¡la virgen! Al día siguiente éramos como 8 personas, cada cual con su huevo, su aceite, los ajitos y el minipimer. Risas y pan con salsa.




 Esto es vida (¿entendéis por qué nos ha costado tanto dejar la marina?)

  • Lo que dejamos atrás 2°parte.

Pero aunque la marina Reloncaví nos ha acogido y nos ha regalado amigos, no todo es la gente de mar. Amigos que haces a través de amigos y que te tratan como si fueras el mejor de los amigos, te acogen, te descubren, te pasean... Verónica y su familia han sido un regalo que por si solo habría valido las 5500 millas navegadas para llegar aquí. Además de estar siempre alerta y atentos a cualquier necesidad, nos regalaron un fin de semana precioso y con ellos descubrimos el volcán Osorno, los saltos de Petrohué, el lago Llancahué; pero sobre todo descubrimos la generosidad y la hospitalidad de los chilenos






O llega un día en que llaman al casco y aparece una maravillosa pareja de argentinos que puestos a elegir destinos de vacaciones, han elegido Chile y así de paso nos conocían... guau, a veces la vida te manda regalos que no sabes si te han caído del cielo o de donde, pero que te hacen sentir que estás por las nubes!


Algo después otra familia se coló en nuestras vidas y Miguel, Gabriela, Nacho y Cami son ya de esos amigos para siempre, siempre prestos a prestar un coche, regalar una dirección, indicar un qué y un cómo en una ciudad que desconoces, pero también compañeros de navegadita, gente con quien compartir una rica tarta o simplemente con quien ver la vía láctea dibujada en la oscura noche de un fondeo.


Porque si navegar en nuevos lugares es siempre un reto, conocer a nueva gente siempre es un regalo. (¿entendéis por qué nos ha costado tanto dejar Puerto Montt?)

  • Lo que dejamos atrás 3°parte.
    Y todo esto nos pasaba mientras estábamos en Puerto Montt... que tiene sus encantos la ciudad.
    Desde la marina es muy fácil llegar al centro (está a unos 7 km) puesto que hay buses (línea Chinquiue, los de color naranja y blanco) que pasan cada 5/10 minutos y tienen un costo de 450 pesos (unos 70 céntimos de euro).
    Ya en el centro hay un buen paseo por la costanera viendo el mar que llega a los pies de la ciudad, una calle de tienditas, algún bar, un centro comercial lleno de tiendas, un montón de supermercados. ¡Nosotros hemos encontrado hasta un buen dentista!
    Pero el mayor atractivo turístico es el centro de artesanías y el mercado de Angelmó. Una calle llenita de pequeños puestos en que imperan las prendas de lana bien abrigada pero donde también encuentras ristras de mejillones (choritos según denominación local) ahumados.
    Un mercado con pescado y marisco frescos, ahumados, filetedos, enteritos, ya listos en forma de ceviche. Una fiesta para los sentidos.
    (Empezábamos a pensar que nos instalábamos definitivamente en Puerto Montt hasta la temporada siguiente!)





  • El trabajo que nunca se acaba
    Pero no todo ha sido relajo (bueno, casi, pero no). Tras la travesía hemos hecho unas cuantas mejoras (hemos instalado la nueva calefacción Dikinson por goteo de diesel, hemos aislado las escotillas del salón y más cositas), reparaciones (hemos cambiado las mangueras del wc para no tener sustos por el camino por ejemplo, hemos repasado a fondo del motor fuera borda y un largo etcétera), tareas de mantenimiento (filtros, aceites y demás) y una larga lista que aburriría a cualquiera. Pero lo que de verdad nos ha frenado ha sido la avería en el pactor (el modem que nos permite enviar mails con la radio de onda corta y recibir la meteo) sin el que de ningún modo estábamos dispuestos a salir. Imposible repararlo e imposible conseguir uno nuevo de segunda mano a precio y en tiempo razonables, finalmente optamos por enviarlo a Alemania desde donde apenas hace unos 10 días regresó reparado y en plena forma.


                (¡qué difícil salir de Puerto Montt)

  • Renovación del visado de permanencia en el país
Y con esto y aquello y teniendo en cuenta que nuestro visado de permanencia en Chile (tres meses) empezó a correr al ingresar en Pascua allá por el 1 de diciembre, pues se nos caducaba. En esta situación hay dos posibles soluciones
  1. Renovarlo en capitanía (solo puede hacerse una vez, después necesariamente hay que salir del país) por un costo de 100 dólares por persona.
  2. Salir del país y regresar. Lo más fácil desde Puerto Montt, una excursión a Argentina (lo más cercano -y bien bonito- La Angostura, lo más popular Bariloche) el precio del finde sale por menos de los 200 dólares... así que nos fuimos de excursión! (empezaba a parecer que dejar Puerto Montt era imposible)





Escribimos esta crónica ya en rumbo, desde un lindo fondeo en Chiloé, pronto regresarán los relatos de travesía, a través del pactor, sin fotos... pero todavía alcanzamos a explicar la preparación de la travesía en la segunda parte de este post. Será pronto (que el internet se nos acaba) en menos de una semana!!! o sea

CONTINUARÁ...

jueves, 26 de marzo de 2015

Probando, probando, una semana de navegación

Y ya es tiempo de relatar nuestra primera navegación, que no pasaba de ser un test para ver qué tal lo de volver al mar y qué tal las cosas por estos lares.
Acompañados por Pedro y Pía, teníamos por delante una semana que prometía y un único objetivo más o menos claro: nuestros amigos querían llegar a Caleta Porcelana y bañarse en sus termas naturales; pues dicho y hecho: rumbo a Porcelana.

Salimos de Castro después de un desayuno de esos que te tienen un ratito sentado a la mesa y ¡albricias! si el día anterior habíamos tenido viento del norte que nos obligaba a usar el motor, ese día teníamos viento del sur.. que nos obligaba a usar el motor.

Fue un día de navegación larga y un poco pesada (a rato la vela arriba, la mayor parte con el motor ronroneando) que nos permitió llegar a Dalcahué (42°23S 73°38W -con corriente en contra-; allí empezamos a estudiar dónde echar el ancla (estaba lleno de pesqueros de todos los tamaños) o a quién abarloarnos, cuando nos pasó otro velero -bandera chilena- como una exhalación y se amarró a una boya que quedaba libre. Al momento empezarón a poner defensas y a hacernos señas para que nos abarloáramos a ellos (qué majetes).
Terminada la maniobra nos explicaron que navegaban habitualmente por la zona y que más tarde se pasaban al Alea a tomar un vinito. En la charla, además de darnos mucha información sobre los fondeos que visitaríamos durante la semana, dónde encontrar boyas, mareas, truquillos... nos explicó que las boyas normalmente están para el uso del primero que las coja pero que era simpático poner unas defensas para “invitar” a abarloarse a quien pudiera necesitarlo que normalmente es un pescador (dueños naturales de las boyas que para eso son los que están trabajando todo el día!).

El destino del día siguiente -siempre apuntando a Porcelana que está en la costa continental- fondeamos de nuevo en Mechuque (42°18'8 S 073°15'5 W), en un día que lo mismo llovía que salía el sol, con tiempo para pasear por el pueblo (objetivo principal: comprar pan).

Dejamos el dinghy en la rampa donde desembarca el ferry y fuimos a pasear sin prisa por un pueblo que nos enamoró por lo bonito, lo sencillo, lo acogedor.

Las casas sobre palafitos -menos famosas que las de Castro, también bonitas-


una tienda que me recordó las del pueblo de mi madre (Ares del Maestre, precioso rincón de Castellén) y la señora que la atendía igualita que la Rosalía de mi infancia.


Tenía bastantes cosas... pero nada de pan


Seguimos con el paseo y descubrimos nuestra casa favorita de la isla (bastante ruinosa; de esas que despiertan nuestro espíritu albañil).



Visitamos el centro de artesanías donde no había mucha artesanía pero donde compramos un par de empañadas de manzana -riquísimas-, mermelada casera -para chuparse los dedos- y un brebaje de verduras -en la cajita ponía una lista de ingredientes más larga que haya visto jamás- que acabó en un guiso de carne con papas que nos dejó más que satisfechos!


Felices y con la tripa llena, al día siguiente dimos el salto hasta el continente; la travesía sin novedad (de nuevo en su mayor parte a motor) si no fuera porque en un momento Johan vió salir un chorro inconfundible de agua no lejos de la proa

-ballenas!!!


Salí disparada a proa con la cámara convencida de que si conseguía hacer un pequeño vídeo después Johan sería capaz de sacar de ahi una buena foto. De repente todos dieron un grito (la ballena salió del agua y nos enseño su hermosa cola) y no acerté al botón del vídeo, pero ¡milagro! Al revisar la cámara resultó que había hecho una foto preciosa!!!



Con los ojos aún sorprendidos, antes de caer la tarde, llegamos a Estero Bonito (42°08'0 S 072°34'40W). Todavía tengo que acostumbrarme a esto. Estábamos prácticamente en el punto donde la carta marcaba la entrada y no se veía absolutamente nada (bueno, sí, montañas, no se veía entrada ninguna) pero ¡tachín! ahí se abría una bahía protegida y pequeña con una gran boya y que quedó prácticamente llena sólo con nuestra presencia.

El entorno era bonito como el nombre del estero: algunas casas que en aquel momento parecían deshabitadas, unas cuantas vacas poniendo la banda sonora, el agua tranquila... cenita y a dormir!


Alrededor de las 02h de la madrugada oímos un ruído, Johan salió a echar un vistazo y ¡sorpresa! un velero estaba entrando en la bahía (dónde no parecía caber nadie más) y decía que iba a echar el ancla (¿¿¿???) más o menos a 10 metros de nuestra proa. Empezamos los dos a dar voces para pedirles que se abarloaran a nosotros y olvidaran la idea del ancla. Se abarloaron pero proa a popa -en contra de nuestras indicaciones- y con un humor un poco agriado (¿a quién se le ocurre llegar a una caleta donde las cartas indican que sólo cabe un barco a las dos de la madrugada?) nos fuimos a dormir... o a intentarlo.

Con el viento subiendo y el otro velero empujando de costado, empezamos a golpear con fuerza a la boya. Nos levantamos e intentamos poner defensas que lo solucionaran; de vuelta a la cama. Más golpes, más fuertes. Nos levantamos y acortamos el cabo de la boya; de vuelta a la cama Más golpes. Nos levantamos a pasar el cabo de la boya por el frente, en la roldana del ancla... se hizo de día y decidimos salir.


Siguiente destino ¡caleta Porcelana!. Ya nos habían avisado que cuando el viento general es del norte, en el fiordo que entra hasta Porcelana es del sur (cosas de los encañonamientos entre las altas montañas), lo que no nos habían dicho era que cuando la marea sube (por lo tanto entra agua en el brazo, cosa que nos hacía esperar corriente a favor entrando) la corriente es saliente ¿¿?? la explicación podría ser que el agua que entra es más fría y por lo tanto entra por debajo haciendo que la caliente más superficial tome un rumbo saliente. En fin, que tocó entrar a motor y con corriente en contra pero el paisaje nos tenía tan entusiasmados que no reparamos demasiado en ello.


Al llegar, fácil amarre a una boya (42°27'77S, 072°26'99W) y ya con todo preparado para los prometidos baños fuimos a la granja que se avista desde el fondeo.



No había nadie así que decidimos subir y solucionar el tema del pago de las termas a la bajada; en el camino nos cruzamos con la pareja que gestiona la zona y nos comentaron que al ver llegar el velero habían ido a comprobar que todo estuviera limpio en las pozas de agua caliente. Precio: 7000 pesos por persona (unos 10 euros). Descripción del lugar: MARAVILLOSO.




La señora de la casa se ofreció a amasar pan y hornearlo para vendérnoslo (dijimos que sí, desde luego) y nos aclaró que la manguera que habíamos visto amarrada a una boya al llegar era una manguera que recogía agua directamente del manantial y que era para abastecer a los pescadores o veleros sin costo alguno. Así que para redondear el día pudimos llenar los depósitos de agua!

Al día siguiente, con el calorcito de las termas en la memoria, partimos hacia el norte (esta vez corriente a favor pero sin viento) en un entorno nublado y brumoso, otra cara de las imponentes montañas. 





Como no había previsión de viento nos aventuramos en Quintupeu (42°10'52S 072°24'52W) donde hay un fondeo de los de ancla y líneas a tierra, impresionante, echamos el ancla en unos 20 metros y con 60 de cadena nos quedábamos apenas a 10 metros de tierra (calando todavía más de 12) con una línea a cada lado de una cascada que -con poca agua al final del verano- rompía a nuestra popa. Ainsshhhh, qué cosita tan bonita.




Nuestra primera experiencia con las líneas a tierra (algo que me tiene muy pero que muy preocupada porque va a ser tarea mía y remo fatal, escalo regular... menos mal que me defiendo con los nudos) la hicimos con asistencia (o sea, que me limité a hacer fotos) ya que fueron Pedro y Pía quienes se encargaron. Eligieron un par de arbolitos aceptables y estábamos listos para disfrutar del paisaje.






Paseamos con la auxiliar y aquí si puedo decir que la naturaleza me hizo sentir con toda su fuerza lo pequeñitos que somos en comparación.


Por la mañana aprendimos algo bien temprano. La idea de salir después del primer café se vió postpuesta por imperativos de la naturaleza. Al llegar el día anterior y elegir los puntos de amarre a tierra Johan comentó que había que hacer un lazo bien grande para poder desatar si la marea cambiaba, pero o no nos enteramos mucho o los nudos se resistieron y nada de lazo y as de guía (nos conformamos con un nudo pegadito al árbo) o la marea cambió demasiado porque por la mañana nuestros cabos estaban a 6 metros de altura!. Johan con cara de "ya lo sabía" nosotros con cara de "madre del amor hermoso!" Dejamos subir el nivel y un par de horas más tarde Pedro nos liberó de los amarres!


En unos días volveríamos a Quintupeu (es que nos dejó enamorados) y probamos a amarrar a tierra siendo sólo nosotros dos (prueba superada) y disfrutamos de un paseo hasta el fondo del fiordo (peor fondeo, preferimos hacerlo con la auxiliar) y vimos el amanecer más impresionante que recuerdo desde que empezamos a navegar: un sol absolutamente rojo, una bruma que parecía llevarnos a un cuento de hadas, unos colores que hicieron que el café se nos enfriara en las manos mientras mirábamos sin poder dejar de mirar.




Tras Quintupeu, visitamos Isla Pelada, un fondeo que no aparece en las guías pero que nos recomendaron los chilenos del velero Mythos (42°03'94S 072°28'81W). El rinconcito es precioso y permite dar un buen paseo por tierra (que no siempre es fácil) pero es muy muy pequeño. Hay que echar el ancla en 20 metros pero con solo 40 de cadena ya estábamos con un fondo de 9 metros con marea alta. Bien amarrados a tierra (fácilito esta vez) el único problema reseñable es que tuvimos que adelantar unos metros cuando la marea bajaba porque cada vez había menos agua bajo la quilla, en resumen, un buen lugar para una paradita pero se entiende que las guías no lo hayan reseñado como fondeo recomendable.






Y tras Isla Pelada recalamos en Hornopirén, en el extremo norte del fiordo, una ciudad que nos pareció pequeña pero bonita, comunicada con bus con Puerto Montt, a los pies de impresionantes montañas con las cumbres todavía nevadas. Amarramos a una boya que más tarde vimos que era de un pescador, que para nada se quejó de que la hubiéramos ocupado y que sencillamente se abarloó a otro pesquero. Hasta hoy solo podemos hablar de amabilidad y ganas de ayudar de las gentes del mar en Chile. ¡Esto promete!






En el regreso hacia Puerto Montt para dar por concluida nuestra primera incursión en la zona, paramos en isla Guar (41°42'22S 072°57'21W), donde hay una piscifactoría -como en casi cada rincón de la zona- y llegamos hasta el punto exacto que la guía señala como ideal para fondear, muy cerquita de la playa. Ya nos ha pasado más veces, en sólo 15 días, que exactamente en ese punto indicado como ideal hay una boya que impide el fondeo al ancla... como la boya era pequeña no nos fiamos demasiado (la hemos probado más tarde y sin problemas) nos dirigimos a los pescadores para ver si abarloarnos a ellos por una noche era una buena solución y nos indicaron otra boya -grande y con un cabo muy robusto- a la que podíamos amarrarnos. Yo no soy (tengo que decir no era, jeje) muy buena pescado cabos de boyas así que estaba un poco nerviosilla, nada raro, y me concentré en la tarea: Johan me dejó en el punto perfecto y ¡milagro! Recogí el cabo a la primera; emocionada lancé el bichero a la cubierta para hacer firme el cabo a la bita y ¡zas! el bichero dió en la auxiliar, rebotó y salió disparado al agua (sniff, sniff) y se fue sin demora llevado por la corriente. Con la autoestima (la mía, Johan todavía se ríe) por los suelos y con un bichero menos pasamos la última noche de la primera expedición... y regresamos al puerto base

¿por qué no seguimos ya rumbo sur? Bueno, pues porque el pactor (el módem que nos permite disponer de internet a bordo, con el recibimos y enviamos mails pero sobre todo con el que recibimos la meteo) dejó de funcionar hace unas semanas. Lo hemos enviado a Alemania de donde lo recibimos debidamente reparado hace solo unos días. Así que con el pactor funcionando, la estufa Dickinson instalada, nuevos tanques para diesel (llevamos algo más de 500l), la compra del super lista para los próximos 6 meses... partimos de la marina hace hoy 7 días.

Escribimos esta crónica desde Mechuque ya en camino; a partir de ahora no sabemos cuándo dispondremos de buen internet para enviar fotos (esto es maravilloso y nos gusta compartir) pero prometemos -si la señal del pactor nos deja trabajar en estas latitudes- enviar una crónica semanal y nuestro equipo en tierra la subirá al blog para poder compartirla

Solo decir que desde ahora cualquier comunicación tendrá que ser a través del mail -sailingalea@yahoo.es- porque los comentarios directos en el blog (que nos encantan) o los mensajes/comentarios en facebook no podremos leerlos hasta no sabemos cuando.


Aprovecho la ocasión para responder a un par de cuestiones que quedaron pendientes en comentarios de otros post

  • las guías que utilizamos para las rutas generales (para planear las travesías largas) son World Cruising Routes de Jimmy Cornell y Ocean Passages and Landfalls de Heikell y O'Gray.
  • Las guías para navegación en Chile Patagonia y Tierra de Fuego de Rolfo y Ardrizzi; Chile de O'Grady (ed. Imray)

Alguien preguntó si era posible acompañarnos en algún tramo de la travesía; la respuesta es, desde luego, que sí. Podéis consultar la web pero os adelanto que desde noviembre estaremos en la zona de Ushuaia/Puerto Williams/Cabo de Hornos/ Ventisqueros de la cordillera Darwin.

Esperamos poder compartir muchas más imágenes con vosotros, disfrutando del invierno en uno de los lugares más increíbles del planeta.


martes, 10 de marzo de 2015

De vuelta al mar, de Puerto Montt a Castro

Han sido casi dos meses en el Club Náutico Reloncaví, con muchas vivencias y aventuras... que quedan pendientes de explicación, porque hace 15 días volvimos a soltar amarras y navegar y ahora lo que me pide el cuerpo es contaros del Alea surcando las aguas feliz!!!

Teníamos una cita en Castro, la capital de Chiloé, a final de mes, así que salimos sin prisas con tiempo de ir recalando aquí y allá antes de llegar.

La primera parada, a media milla de la marina, fue la gasolinera de la marina Oxean (en Reloncaví no hay despacho de diesel) donde llenamos los tanques. En ese momento el precio del diesel era de 525 pesos chilenos (por 1 euro te dan 690 pesos chilenos) y al alza, pero en cualquier caso, un buen precio.

Con los tanques llenos y con una previsión de viento nulo, pusimos rumbo al sur con intención de hacer noche en una isla cercana (Puluqui), en un fondeo al ancla con buen fondo y bien protegido.


La navegación es tranquila y nos gusta volver a sentir que nos movemos. El mar es bonito, lleno de animales -por arriba, por abajo- y aunque todo está cuajado de salmoneras (piscifactorias productoras de salmón) y granjas de mejillones, no nos podemos quejar. Es cierto que “afean” el paisaje, pero el paisaje es tan bonito que se puede permitir que le resten un poquito de belleza... y el país tiene que vivir de algo y esta es una de sus principales fuentes de ingresos.



Embocando el brazo de la isla (queremos fondear al final) lo de las piscifactorias desborda mi capacidad de relajación. En mi modesta opinión -primáticos en mano- no hay ni un pasito para que el velero pueda entrar; sabemos de otros veleros que han fondeado ahí pero ¿no habrán puesto más boyas desde entonces?


Johan, menos nervioso que yo, no ve problema alguno y se aproxima tranquilo a la bocana del fondeo. El plotter nos indica que hay otro velero ahí dentro así que -desde luego- espacio hay y con calma entramos. Un velero chileno, de nombre Mythos que nos lleva a pensar en la cerveza de Grecia está ya fondeado.

El espacio es precioso, Johan da una vueltita para ver cómo, cuánto y dónde sube el fondo y echamos el ancla.




Al minuto llegan don muchachos en el dinghy desde el velero vecino, vienen con tres botellas (vino y champagne) y nos dicen que es la forma que tiene su padre de darnos la bienvenida al país. Acabamos pasando una noche más que agradable en “casa” de los vecinos que son grandes conocedores de la zona y nos dan las coordenadas de sus fondeos favoritos.

Llevamos poco tiempo aquí pero desde ya tenemos que decir que nos sentimos siempre bien recibidos, mimados, cuidados por los chilenos que hacen de la hospitalidad un arte y de la amistad una costumbre. Brindamos por ellos!

A la mañana siguiente salimos del fondeo con rumbo a Menchuque, una isla de buen tamaño al frente de Chiloé. Vamos alternando vela y motor porque el viento no quiere acompañarnos y tras un día de mar, fondeamos en una esquinita de la bahía, junto a unos pescadores, con un fondo regularcillo pero suficiente y nos sentamos a ver cómo cae la tarde y baja la marea (todavía nos cuesta acostumbrarnos a los cuatro o cinco metros que el agua sube y baja cada día y que no hay que olvidar a la hora de calcular el agua que necesitamos bajo la quilla).


Estamos seguros de que vamos a volver por aquí cuando iniciemos la ruta definitiva hacia el sur en dos o tres semanas porque la guía dice que el pueblo es pintoresco y bonito. Queda para la próxima



Un día más levamos el ancla con la intención de ir directos a Chiloé del que nos separan unas 35 millas. El viento, de nuevo en la nariz!

El paisaje nos sigue pareciendo precioso, con las montañas nevadas de fondo y el mar nos regala nuestro primer avistamiento de ballenas bien cerquita del velero. Vemos primero los chorros de agua que lanzan al cielo y después podemos seguir su lomo. No hay fotos del momento pero nos encantó. Hemos pasado buenos ratos imaginando cómo sería la primera vez que una ballena viniera a visitarnos ¡y nos está pasando! Habrá quien diga que nos conformamos con poco, habrá quien piense que estamos tocando el cielo. Nosotros, sólo podemos decir es que cada día nos parece especial.



La entrada a Castro es larga pero pudimos hacerla a vela, bordo para aquí, bordo para allá, ya que las horas de luz nos daban para ir despacito.

Estamos siempre ojo avizor porque hay muchas boyas sueltas por todos lados, no nos queda muy claro si son para criar mejillón o son trampas en el fondo (a veces demasiado profundo para que esa posibilidad sea la buena) pero justo embocando el canal que nos llevaría a Castro vimos a un barco dando motor pero avanzando lento (sospechoso) con un cable a popa que se perdía en el agua (muy sospechoso)



Y unos metros más atrás ¡una piscifactoría completa! El cabo de remolque no flotaba por lo que el efecto era extraño, además iba muy lento y costaba de comprender, pero sí, si vas sin cuidado te puedes "comer" cualquier cosa!



El fondeo en Castro es bonito, justo delante de las casas sobre los palafitos que son el emblema de la ciudad, patrimonio cultural de la Hunamidad. 



Los barquitos turísiticos pasan a cada rato junto a nosotros ya que es la única forma de ver los palafitos... nosotros los difrutamos a la luz del atardecer, con el dorado del sol al levantarse!





El día siguiente lo pasamos intentando arreglar el fuera borda que no quiere arrancar. Johan ha hecho una seria puesta a punto del motor pero la bomba de gasolina perdía líquido sin remedio... bueno, sin remedio no, porque Johan lo arregló!

Nos vinieron a visitar Carlos y Begoña de Valencia que andan por aquí. Fue un día de risas y vino, comida y cervecita, historias, recomendaciones de fondeos, recomendaciones de lecturas, intercambios de libros, de películas. Un día de esos en que no importa dónde estés sino con quien. Un día estupendo.

Al día siguiente nos encontramos con Pedro y Pía, nuestros primeros pasajeros del periplo chileno. Antes de recibirlos vamos a tierra a hacer las últimas compras, no es sencillo porque no hay muchas alternativas para dejar la auxiliar: en la playa cercana hay unos cuantos sin techo que no la hacen recomendable, optamos por el pantalán de la Armada (¿qué lugar más seguro?) pero nos dicen que no podemos dejarlo allí, acabamos en el muelle de los barcos de paseo, abarloados a uno de ellos (con lo de la marea no es tan fácil dejar el bote simplemente atado a un sitio... estamos pensando seriamente comprar unas ruedas) y aprovechamos para pasear un rato y conocer el mercado...


Al día siguiente nos espera el inicio de una semana por sitios nuevos. Deseando empezar!