miércoles, 11 de febrero de 2015

Por fin! Puerto Montt

Un día nuevo, un país nuevo, una etapa nueva de nuestra vida. Todo para estrenar. Un rincón tranquilo del mundo. Sol. Montañas y árboles. Me gusta.



El día está tranquilo. Nos sorprende el runrun de unos compresores sobre unas barcas que hay en toda la bahía. Averiguamos que nos buceadores (traje de buceo finito a pesar del agua a 16°) que están recolectando marisco. En lugar de botellas a la espalda están conectados a un compresor a través de una manguera larga, muy larga. Su jornada se extiendo por 6/8 horas. Creo que miraré el marsico de otra forma cuando lo vea ofrecido en las lonjas.



Nos tomamos el desayuno en la bañera disfrutando de un paísaje tan diferente a San Blas. Hoy queremos seguir ruta pero estamos en un lugar en el que nuevos factores imponen sus leyes y no podemos levantar el ancla para ir hacia Puerto Montt cuando queramos sino cuando las mareas y las corrientes manden.


La Armada Chilena del puesto de Puerto Inglés nos informa de lo que él plotter y las guías ya nos habían informado. La marea entrante para poder pasar el Canal Chacao será a las 14h pero conviene estar un rato antes embocando el paso. Tenemos que levantar el fondeo alredor de las 12h del medio día aunque el ansia de seguir y por fin llegar, llegar al destino nos tiene inquietos.

Cuando es la hora correcta recogemos la cadena y con ella las primeras hojas de kelp. Son unas algas grandes que abundan desde aquí hasta el sur del continente. La parte positiva es que avisan de bajos y son útiles para la navegación, la negativa es que a veces se enredan en el fondeo y cuando llega el ancla a la superficie lo hace con kilos y kilos de algas. Avisados de esto tenemos a bordo un machete que podemos unir al bichero para deshacernos de las algas cuando sea necesario. A modo de ejemplo visual aquí os dejo una foto del blog de nuestros vecinos en Pto Montt... impresionante!

Rainer y Anne llevan 6 años navegando, Su web www.meerbaer.info.
Según vamos navegando hacia el Canal nuestros ojos se van volviendo locos sin saber a donde mirar: hay tantas clases de pájaron nuevos que no conocemos que estamos encantados, ¡mira ahí salta un delfín de colores muy raros!, ups... ¿aquello son delfines, nutrias, lobos de mar? ¡hay montones!





Me gusta Chile





Al acercarnos al Canal la corriente se empieza a hacer notar. A pesar de estar avisada, es mi primera vez y miro con cara de alucinada la corredera. Tenemos el motor en mínimo y marca 8.9 nudos!



Vaya, resulta que solo era el principio...





Este Canal es el paso que utilizan los ferrys -muchos- que comunican el continente con la isla de Chiloé y miranto las señales del AIS se ve que es una locura... hasta 8 ferrys yendo en ambas direcciones y nosotros buscando un huequito para pasar sin molestar y sin que nos molestes




Johan pone algo de velocidad al motor para maniobrar más fácil -y sobre todo más rápido- el punto de máximo tráfico. La corredera sigue subiendo.


Los lobos marinos parece que están de fiesta y visto y no visto ya estamos del otro lado.

Las guías ofrecen varios fondeos para esperar hasta que la siguiente marea nos acompañe hasta la ensenada donde está Puerto Montt con las tres marinas que ofrece. Elegimos un fondeo que parece protegido y tranquilo junto a Calbuco, se llama Sumidero la Vega.




Al acercarnos vemos que la zona está plagada de boyas a muertos (de muchos tamaños y dudosas cualidades) y algunos barcos de pesca al ancla. Fondear ahí en medio es más complicado que hacer encaje de bolillos. Hay un par de boyas con buena pinta desocupadas y decididos acercarnos a un muelle lleno de pescadores a preguntar si podemos tomar prestada alguna de ellas por una noche. Nos dicen que es más fácil si simplemente nos abarloamos al muelle (flotante) y así lo hacemos agradecidos.



En menos de 10 minutos ya está un señor con una boleta diciendo que el muelle es privado y no hay problema por ocuparlo pero tenemos que pagar. Nos pide el equivalente a 40 euros por noche y nos parece un despropósito (pero queremos quedarnos) y empezamos a regatear, finalmente queda la cosa en 20 euros, los demás pescadores nos dicen que es demasiado pero decidimos que dos meses de travesía y menú de pescado, bien valían el precio, y nos vamos a buscar una panadería (¡no quiero hornear por lo menos en un mes!) y algún restaurante local y sencillo para comer un filete. Nos tomamos unas chuletas de cerdo con salsa de jamón serrano que no sabemos si será por la novedad pero nos saben a cinco estrellas. Caminamos largo después de 20 días y nos vamos a charlar con los pescadores.



Está llegando la flota y venden el producto a pie de calle. Compramos tres merluzas estupendas (limpiadas y fileteadas) por un euro y medio (después sabremos que un precio así no es posible si no estás a pie de la barca de un pescador ansioso por empezar sus vacaciones de fin de año).



Johan se dedica a hablar con los pescadores, curiosos sobre nuestro velero, nuestra ruta, nuestros planes, e intenta conseguir información sobre cómo se pesca en la zona (qué tipo de pescado, qué cebo, etc) y va consiguiendo alguna info de aquí y de allá pero con timidez (a ningún pescador le gusta contar sus secretos ni siquiera a un inofensivo velero que no va a quedarse en su zona)
Yo que ando removiendo dentro, viendo tanto barco más pertrechado, le pregunto a Johan si no es buen momento para deshacernos de 50 metros de cabo pesadote que usábamos en Grecia para amarrar a tierra y que nunca usamos, menos ahora que hemos comprado 400m de cabo flotante, y se lo regala a un pescador.



Minutos después tenemos una fantástica corvina de regalo, unos plomos de pesca y las indicaciones oportunas de como pescar en la zona.




A la mañana siguiente, temprano, empiezan a llegar botes y más botes de pesca. Nos cuentas que la flota no navega la noche de fin de año (estábamos a día 30 de diciembre) y podemos ver que claramente molestamos ocupando un espacio en el muelle.

¿ véis un mástil allá en medio del follón? ¡ es el Alea!
 Los pescadores -acostumbrados a trato menos refinado a sus naves del que nosotros damos al Alea- nos pasan más cerca de lo que nos gusta, oímos un clocnk de alguien que dando atrás nos ha dado en el ancla... hora de marchar.



Salimos algo antes de lo que las tablas de marea indican pero no es una zona con una corriente tan fuerte como la del día anterior.

Adelantamos despacio, disfrutando del paisaje, intentando -sin éxito- contactar con la marina a la que nos dirigimos (el mail y el número de teléfono que aparece en las guías ya no está operativo) y oímos hablar por radio al velero Tara. Son una pareja de Holanda que han navegado los canales de sur a norte la última temporada. Hemos leído su blog con avidez, tomando notas, y ahora están a un par de millas en nuestra proa, dirigiéndose al mismo puerto. ¡qué bonito es esto del internet!

Llegamos a la marina con un viento fuerte y una lluvia insistente. Nos espera el marinero para ayudar en la maniobra. Amarramos en el Club Náutico Reloncaví y damos finalizada oficialmente la travesía Panamá-Chile.

Podremos celebrar el fin de año y pensamos pasar aquí unas semanas. Un nuevo hogar en el que ya nos sentimos instalados!



miércoles, 4 de febrero de 2015

Pascua- Chiloé (versión extendida e ilustrada)

Y con el casco limpio, los ánimos arriba -aunque un poquito cansados, al menos yo, de las más de tres mil millas que llevábamos desde la salida de Panamá- iniciamos el último tramo de la travesía que nos llevaría a Pto Montt.


Levantamos ancla a las 11 de la mañana en un día soleado, con un viento suavito para ceñir cómodos, haciendo algo menos de 5 millas/hora. Todo bien. La temperatura del agua nos daba más de 18°, en el resto de la travesía el descenso de la temperatura del agua sería como nuestro “termómetro” de cuan al sur estábamos llegando.



Si en el trayecto hasta Pascua me dediqué a “entenderme” con el piloto de viento, en este tramo se me fueron buenas horas estudiando cositas de meteorología (Johan como siempre ha demostrado paciencia como profesor y no ha escatimado horas ni dibujitos para aleccionarme en el tema que ¡mira por dónde! me ha resultado muy interesante). Para empezar no hacíamos ni de lejos rumbo directo a Puerto Montt sino que apuntábamos al sur ¿por qué? Preparaos! ahí van unos datos más técnicos. Vaya por delante que he aprendido mucho pero sólo soy aprendiz así que posiblemente mi explicación será muy simplista para los entendidos, pero incluso así puede ser muy tostón para aquellos a quienes el tema no interesa. A sabiendas de todo ello, ahí vamos

¿por qué no hacíamos rumbo directo Pascua-Pto Montt?

Esta es la ruta que recomiendan los diversos libros (ahí se aprecia la curva)


Entre Isla de Pascua y el continente casi siempre hay una alta presión importante (algo así como la que suele estar sobre las Azores) que es más o menos grande y está algo más o menos al sur dependiendo de la época del año pero ahí está


A esto hay que sumar la dirección de las corrientes en la zona que viene a ser esto


Los vientos que prevalecen en el área dependen de la época del año. Entre julio y septiembre este sería el esquema de predicción general


Y este el de los meses de octubre a diciembre


Como veis la mejor forma de llegar a Puerto Montt (acompañados tanto de los vientos del oeste que vienen desde Australia como por las corrientes favorables) es navegar dirección sur hasta encontrar los elementos favorables. Navegando entre julio y septiembre los westerlies (vientos del oeste) ya se encuentran en los 33° Sur pero la posibilidad de encontrar tormentas provocadas por las bajas presiones que vienen de la misma dirección es muy alta lo que casi te asegura bastantes días de navegación dura y difícil (el precio de acortar el camino).

Navegando entre octubre y diciembre, la posibilidad de tormenteas y vientos duros es muy escasa pero lo habitual es tener que navegar hasta 39° Sur.

Y nosotros elegimos la opción más segura y dentro de ella el mes de diciembre que es el de menos riesgo de fuertes vientos.

Por eso nuestra travesía empezó con rumbo sur (hacíamos rumbo entre 170-190°) y nuestro objetivo, buscar viento allá abajo. La estrategia concluía con la programación de la arribada. Llegados a la costa continental chilena, los vientos son -en esta época y en el 90% de los casos- de componente sur. Por eso es importante “apuntar” algo más abajo de Puerto Montt y dejar que viento y corriente te lleven al canal de entrada que se recorta al norte de Chiloé; si se apunta directo a la entrada, se corre el riesgo de acabar en Valdivia sin remedio. Ok, teoría aprendida, todo avante capitán!



Iniciamos el viaje a vela, con buen ángulo de viento y buena velocidad, dirigidos por el piloto de viento; iban pasando las horas. Al llegar la noche empezaba a sentirse el frío y con el paso de los días hicieron aparición las ropas de abrigo: los primeros días algún suéter de manga larga, algunas noches ya usábamos ropa interior térmica, más adelante tocaría buscar los calcetines más gordos y los últimos días guantes y bufandas...

El cuarto día de la travesía -y faltaban muchas millas por delante- el viento fue cayendo hasta hacer necesario el motor. No habíamos cargado más diesel en Pascua porque nos quedaban unos ¾ de depósito y esta ruta se caracteriza por los vientos de más, más que por su escasez, sin embargo – volvemos a explicar que este año había previsión del fenómeno del Niño -suavito pero ahí- se hacía notar. Los partes de meteo dejaban claro que estábamos entre dos altras presiones en una zona que se acercaba mucho a la calma chicha.

Los días siguientes fueron tranquilos a bordo pero el viento -juguetón- iba y venía. Como no se puede ir a motor a más de 1000 rpm con la pala del timón de viento en el agua, el único lío era que Johan debía recoger y volver a montar el piloto a cada rato (también es cierto que no teníamos mucho más que hacer... pero se hacía pesadito) y así ibamos avanzando con la confianza de que más al sur el viento nos iba a sobrar.



En la anotación del cuaderno del 13 de diciembre escribo que “parece que navegar rápido y tranquilo es posible. ¡qué maravilla!” y lo escribo tras apuntar que hace horas que llueve. Decir que la capota nos ha ayudado mucho y que cuando se navega bien, la lluvia nos ha parecido un mal menor (sobre todo porque no teníamos que estar plantados en la rueda!)


En cuanto a la cocina, este viaje he estado menos entusiasta a la hora de fotografiar los menús pero no hemos comido nada mal. Como siempre, me encantan los fogones, cada día hemos tenido un plato bien elaborado en la mesa. Los primeros días con el atún que pescamos durante nuestro paso por Pascua, a la semana de salir con una albacora de no menos de 10 kg que nos alimentó una semana larga: rebozada, con pasta, con arroz, en croquetas, albóndigas, a la plancha, guisada con patatas...
Como las dos capturas del viaje han sido muy grandes nos hemos abstenido de echar más la caña porque los botes de hacer conservas estaban todos llenos, pero de nuevo no nos podemos quejar porque el mar nos ha dado todo lo necesario.



Lo más pesado de la travesía no ha sido la lluvia, o las temperaturas que iban bajando, lo peor han sido de nuevo -por lo menos para mi- las noches de guardia.
A pesar de los dos paroncitos, han sido muchos los días de mar y muchas las noches de guardia. Yo recuerdo haber llorado un par de veces hacia el final (de pura rabia o autocompasión, encerrada en el baño) a penas unos minutos antes de decirme “pero bueno! Si falta casi nada” y sí, lo cierto es que podría haber seguido sin daños permanentes a mi salud por semanas y meses... pero no tenía ganas. Entre las noches y las siestas, teníamos más que cubierto el cupo de sueño necesario. No es que la cosa fuera traumática... es sólo que a mi me cuesta.


Pero entre quejas y lamentos, el mar se portaba bien con nosotros y aunque alternábamos días de buen viento, velas rizadas, otros tocaba echar mano del motor. Empezábamos a pensar que íbamos a hacer corto de diesel!

Llegamos a los 39° Sur y el viento no aparecía. En nuestras conversaciones con Miguel, durante días, la conclusión siempre era la misma: “tendrán que ir más al sur, muchachos” Y mapas de la zona dibujaban viento, sí, y mucho a veces, pero allá en los 45°S ¡y no queríamos bajar tanto!

Johan iba llenando libretas con los pronósticos y las estrategias.



Pero -quieras que no, los elementos marcan- aun cuando arrumbamos a continente no pudimos hacerlo con un rumbo E sino SE y un día nos plantamos en los 43°... sin demasiado viento. A ratos poníamos el motor a 1000 rpm para apoyar a las velas atangonadas e ir avanzando pero siempre teniendo presente que queríamos una buena reserva de diesel para hacer las millas que nos separarían de Chiloé a Puerto Montt en un escenario donde los vientos eran mucho más inciertos.


 

 Por primera vez navegamos en medio de una niebla espesa; para todos aquellos que dicen que debe dar mucho respeto navegar tantos días viendo solo agua ¡es mucho mejor que navegar viendo nada! Con el apoyo del radar y la tranquilidad que da estar en una ruta poco transitada (aunque en mitad de la nada nos cruzamos con un mercante chino, hay que estar siempre alerta) navegamos sin problemas cual barco fantasma



Con el viento entrando por popa cerrada, con orejas de burro (una vela a cada banda) el Alea adelantaba bien, pero menos feliz que con otros ángulos y notábamos que cabeceaba más de lo que querríamos. Puesto que teníamos bastante peso en proa, Johan decidió que ganaríamos en estabilidad desplazándolos a popa y así una tarde nos dedicamos a pasar kilos y kilos de cabo (tenemos 400 m de cabo flotante de amarre para los canales más una jarcia de labor completa de reserva) y los tanques flexibles de agua hacia el camarote de popa y ¡mejoramos un montón!


Un día, en un control rutinario para comprobar que no había agua en las sentinas, vimos que ¡ah! había un poquito de agua ¡no! era salada. Después de una investigación breve vimos que era la bomba de agua salada de la refrigeración del motor que perdía unas gotas (a penas unas 3 o 4 gotas por minuto) y echamos mano de los amigos y la BLU (¡cuánta compañía nos ha hecho la radio) para confirmar que era una avería menor y que no nos iba a dar problemas hasta llegar a puerto. El Archibald, el Cibeles, el Nomade... todos ahí a poner la oreja y a compartir sabiduría. Nos confirmaron lo que sabíamos y vigilantes pero tranquilos seguimos adelante!


Y como no todo va a ser quejarse, deciros que tuvimos días MARAVILLOSOS en los que nuestra mayor ocupación era mirar al cielo.




















Llegó la Navidad y no hicimos nada especial -todos los días eran lindos y especiales- más que poner nuestro Papá Noel marinero!






Porque a estas alturas la única preocupación era adivinar cuántas noches nos faltaban y si llegaríamos para celebrar el fin de año en la marina.

Las previones de meteo eran tan cambiantes que nos estaban volviendo locos. Para unas mismas coordenadas un día la previsión era de 15 nudos del W, al siguiente 25 del N y al siguiente 0 viento... parecía que íbamos a necesitar ir a motor más de 48 horas y nuestras reservas de diesel estaban bajitas.

Además, si los vientos costeros debían ser (según las famosas estadísticas) del sur, teníamos un Norte establecido que nos desbarataba los planes.

Finalemente, los dos últimos días fueron los más duros en cuanto al viento.



Con 30 nudos bien establecidos entrándonos entre el través y la aleta pero con una corriente en contra que formaba una ola corta e incómoda, con las velas rizadas y el piloto de viento trabajando, con rumbo directo al canal de entrada entre Chiloé y el continente pasamos las últimas noches tranquilas pero vigilantes y por fin el día 28 quedó claro que pasaríamos la noche durmiendo fondeados en Puerto Inglés al norte de Chiloé.


Las últimas millas fueron tal vez las más tensas porque el viento era duro, la corriente importante y el paso nada gigantesco. Los dos bien abrigados porque llovía y hacía frío, mano a mano en la cubierta, nos aproximamos al final de la más larga de nuestras travesías.





Llegamos a Puerto Inglés y siguiendo las indicaciones de las guías fuimos a buscar el mejor punto para dejar caer el ancla. Johan a la rueda, yo frente al ancla, la lluvia parecía nieve, el viento castigador. Pensé -con lágrimas en los ojos- que tal vez Chile era un país frío e inhóspito, que tal vez nos habíamos equivocado...

Echamos el ancla y nos preparamos un buen tazón de café. Nos deparara el país lo que nos deparara, íbamos a dormir del tirón hasta cansarnos.


Reportamos nuestros datos y posición a la armada chilena... y nos fuímos a dormir, en los mares del sur



A la mañana siguiente nos despertamos descansados, extraños, felices. Nos recibió un día soleado, parecía que estábamos en el lugar más bonito del mundo. Sí, Chile nos daba la bienvenida con su cara más linda, la que nos viene mostrando desde entonces. La que definitivamente nos ha enamorado.