sábado, 10 de mayo de 2014

Cargando agua


 Aquí estamos de nuevo, disfrutnado -mucho- de la recta final de nuestra estancia en esta tierra mágica.

Hemos hablado en más de una ocasión de nuestras aventuras para conseguir llenar la despensa (la escasez de tiendas, los barcos de verduras, los paseos a Panamá a través de la jungla, las navegaciones a Puerto Lindo para ir en bus al super) pero hasta ahora no os hemos hablado de la forma de llenar los tanques de agua... que no sólo de cervecita vive el navegante.

El Alea dispone de dos tanques de agua que nos permiten disponer de unos 400 litros; si estamos nosotros dos solos a bordo y haciendo un uso responsable -o sea, siempre pensando en no gastar de más- nos pueden  durar un mes; cuando recibimos visitas a bordo el consumo se multiplica rápidamente (es difícil transmitir el concepto de ducha cortita, los platos a fregar son más y más, etc) y al menos tres veces al mes tenemos que llenar los tanques.

 Aquí en San Blas conocemos distintas formas de hacerlo

La más rápida, gratuita y difícil de programar es recoger agua de la lluvia; casi todos los veleros disponen de uno un otro medio para hacerlo y con toldos o directamente de la cubierta, las nubes te regalan el agua que necesitas; en la temporada de lluvias es lo habitual. Al llegar aquí, en Portobelo, en una ocasión recogimos  más de 300 litros en menos de media hora!!!!!

Pero en ausencia de lluvia, San Blas tiene dos islas próximas a continente que han instalado mangueras que van desde el nacimiento del río hasta la población, pasando por distintos filtros y disponen de pequeños muelles donde poder amarrar el velero mientras los tanques se llenan.

Soledad Miria es nuestra opción favorita; es fácil amarrar, no te cobran por hacerlo y llenar el tanque (sin importar el volumen de agua) cuesta 10 dólares. Es una comunidad tradicional y no les entusiasma el tema de que te pasees por sus calles, tanto así que muchas veces preguntamos por la panadería y ellos se ofrecen a comprarlo por tí. Aun así son siempre amables con los que llegamos en velero y nos sentimos siempre bien recibidos







A veces toca hacer cola porque otro velero u otro barco que transporta mercancía está ocupando el muelle

                             

Finalmente amarramos (el calado es de unos 5 metros) y con nuestra propia manguera (son suficientes 20 metros) y mucha paciencia (el agua llega por su propia presión... que es escasa) podemos llenar los tanques.

                                             


La otra isla con muelle es Río Azúcar, nunca hemos llenado agua ahí, todo el mundo dice que es cómodo aunque algo más caro que Soledad (15 por llenar los tanques, 5 por amarrar al muelle), eso sí, con más presión y por lo tanto más rápido; pero Río Azúcar está muy cerquita de Narganá y nosotros preferimos que Apolo nos traiga agua del río.

Narganá y Corazón, pese a estar muy cerquita del río Diablo, hasta hace apenas unos meses no disponían de tubería para llevar el agua a las islas; la hubo en su día pero se daño y nadie la reparó. Es (era) habitual ver a los hombres de las dos comunidades remar con los cayucos llenos de tachos en los que cargar agua arriba y abajo del río sin descanso


                           


                            

Una ONG tuvo la brillante (y no hay ironía en estas palabras) idea de facilitar una nueva tubería y una bomba para solucionar el problema y decidió que la mejor manera de conseguir que las dos comunidades trabajaran juntas era dar la tubería a una y la bomba para conseguir la presión necesaria para llevar el agua a los tanques de almacenamiento a la otra.

Sin embargo, los unos dicen que sin tubería no hay agua así que no están dispuestos a compartir el uso y que si los otros quieren agua tendrán que pagarla; los otros dicen que en esas condiciones no dan su bomba y que sin bomba tampoco el invento funciona... y en esas estamos ahora mismo 

En Narganá, Paco -español de origen pero afincado aquí hace más de 50 años- dispone de varios negocietes, uno de ellos, el transporte de agua para los veleros que fondeamos en la bahía. Apolo sale con una barcaza a motor cargada con varios toneles de 200 litros cada mañana; con el barco cargado de agua se abarloa a nosotros que debemos tener una bomba para trasvasar el agua de la barcaza al velero. El precio son 5 dólares por cada 200 litros, nos gusta el ratito de compartir una cerveza con Apolo y charlar de todo un poco... Narganá es nuestro lugar de aprovisionamiento habitual



Y si un día Apolo está indispuesto, pues Paco nos presta un tanque y con la auxiliar nos vamos nosotros dos río arriba... es una excursión maravillosa (aunque a la entrada hay unos bajos que consiguen sacarme los nervios... a Johan no) y remontamos sin prisa el curso del río Diablo disfrutando de cada rinconcito







 Por unas horas te olvidas de que estás en San Blas y cambias el azul acostumbrado por un verde intenso que ya no recordabas... y viajas dentro de tu viaje 







Y llenas el tanque del velero con la satisfacción de haberlo hecho tú mismo





El río ofrece otras muchas cosas; es una excursión estupenda (necesario un buen repelente de insectos) y al atardecer más de un día hemos visto pasearse por el fondeo un cocodrilo de unos 3'5 metros... pero eso ya se escapa del tema del agua.

Ahora a beber un buen vaso de agua fresca ¡lo mejor de lo mejor!


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