viernes, 23 de mayo de 2014

Capitán Solete

A ratos, solo a ratos, nos da por pensar que llevamos demasiado tiempo en San Blas.  Pero se nos pasa rápido.

Ya hemos descubierto y aceptado que nuestra forma de viajar/navegar es de lo más lento y tranquilo que se pueda imaginar y que nos gusta llegar a un sitio y conocerlo a fondo.

Más de un año en estas aguas nos han llevado a conocer a mucha, mucha gente; no sólo de otros veleros (parece que ésta es una zona de largas estadías para muchos barcos) sino -lo que para nosotros es más lindo- a muchos kunas que nos han acogido con los brazos abiertos y nos han hecho sentir amigos.

No podemos nombrarlos a todos, pero es genial saber que cuando llegamos a Corazón de Jesús, el panadero (al que descubrimos hace ya tantos meses un día que fuimos a comprar pan y lo encontramos para nuestra sorpresa con una novela de Saramago en las manos) estará esperándonos para comentar su última lectura (es un fan incondicional de García Marquez y unas amigas que nos han venido a visitar desde España le han traído la única novela de Gabo que le faltaba... Lino, un hombre feliz).

Es divertido que cuando pierde el Barcelona algún partido de fútbol (un mal año lo tiene cualquiera, ahora sólo toca remontar) nuestro teléfono recibe un montón de sms de kunas que se "rien" de mi derrota (sí, al capi no le gusta el fútbol, pero a mí me divierte seguir al Barça) o que me animan en los malos momentos

Es genial saber que cuando caen los relámpagos hay gente que está sufriendo porque sabe que yo sufro (parece que me he hecho famosa por mi pánico a las tormentas eléctricas)

Es maravilloso que cuando Lalo nos ve nunca, nunca deja de acercarse a nosotros para preguntarnos si necesitamos que nos pesque algo.

Es lindo llegar a cualquier lugar y que cualquier kuna se cuelgue de la regala del Alea y con una sonrisa salude con un "qué tal Silvia?, qué tal Johan?" como si fuéramos amigos de toda la vida

Es alagador que en Salardup hayan pensado en Johan como en la persona que iba a poder ayudarlos en su empeño de poner un poquito de luz en la isla. 

Salardup es una isla del grupo de Naguarnandup que nos ha gustado desde siempre; un arrecife redondo, una entrada estrecha pero sencilla, un fondeo con arena, una playa linda.

La isla es privada (la propiedad de las tierras en Kuna Yala es siempre de las mujeres, pero la explotación de los posibles negocios está en manos de los hombres; hay islas comunitarias e islas privadas... os lo contamos despacito otro día) y sus habitantes han ido cambiando con el transcurso de los meses.

Ahora están establecidos -parece que para largo- López (el marido de la dueña) y Lariel, su nieto

Desde siempre ofrecen comidas en la isla (arroz cocido en agua de coco y pescado) pero quieren ampliar su negocio aceptando a gente a dormir (están haciendo un aseo para los clientes) en tiendas de campaña. 

En su estrategia de marketing tenían dos puntos fundamentales:

1.- ponerle a la isla un nombre bien atractivo. Salardup es ahora Isla Estrella




2.- Instalar una buena placa solar para iluminar la zona de acampada y el "comedor" (hasta ahora si ibas a cenar cada comensal tenía que llevar su propia luz frontal)

Lo de las estrellas lo tienen fácil, hay cientos en la orilla y hacen del lugar algo mágico; 




lo de la placa tenía más complicación: Habían comprado una de segunda mano (y si nos hubieran preguntado les habríamos dicho que no la más adecuada) y no sabían que hacer para instalarla y ponerla en funcionamiento.

Tenían un par de baterías, cables y ganas... y le preguntaron a Johan si podía echar una mano ¡pues claro!



Lo primero fue ver qué necesitaban (lo fundamental un buen regulador pero también lámparas de leds y lo necesario para montarlas) y en uno de los paseos a Panamá ciudad Johan hizo todas las compras

A partir de ese momento Lari estaba nerviosísimo por tener la instalación montada (tiene un equipo de música y andaba sin electricidad para usarlo) y López nos preguntaba ansioso cada vez que avistaba el velero en el horizonte.

Finalmente hace unos días Johan se puso manos a la obra... este ha sido el resultado

Lariel nos vio navegar por la zona y ya nos llamó por teléfono

- ¿venís? ¿hoy podemos trabajar?
- sí, le contestó Johan

y Lari se puso a reunir material, gente...

Llegamos al fondeo en un día soleado y sin lluvia y bajamos a tierra; ya habían construido el soporte para la nueva placa. Desembarcamos cargados de herramientas (yo cámara y libro... Johan todo lo demás) y nos pusimos manos a la obra





Me encanta la escalera de mano que utilizan (si un día volvemos a tierra me encantaría tener una)








Puestos los primeros cables y contactos, comprobado que las conexiones eran buenas, tocaba subir la placa a su soporte ¡trabajo de equipo!










Y alehop! la placa estaba en su sitio



Lariel hecho un manojito de nervios ya quería poner bombillas, probar su estéreo; pero ¡paciencia! era hora de instalar el controlador








Parecía que la cosa iba por buen camino y ¡voilà! la primera luz en la cabaña instalada y funcionando


¡bravo!
seguramente os preguntaréis qué hacía yo todo este tiempo; ejemmmm, trabajar duro, desde luego




El pago a todos estos trabajos y desvelos fue... la especialidad de la casa


Ya hemos aprendido que la cultura kuna no es muy dada a dar las gracias de forma efusiva y aunque hay una palabra kuna para ello (nuedi) no la usan demasiado; no significa en absoluto que sean desagradecidos, sabemos que si un día necesitamos algo, ahí estarán las gentes de Salardup para ayudar sin preguntar las razones, hoy te ayudo yo, mañana me ayudas tú. El equilibrio es perfecto aunque para nosotros a veces un poco extraño. Lo bueno de estar mucho tiempo aquí: conocer otras formas de hacer

Acabada la comida NO llegó la hora de la siesta, al menos no para el capitán electricista; teníamos la placa y luz en la cabaña pero el objetivo era llevar luz al comedor y a lo que pretenden que sea la zona de acampada, de modo que yo retomé mi lectura y Johan sus herramientas





Puede que la instalación no supere la ISO 900 pero : hay luz!!!! está claro que el Alea tiene un capitán 10




Fue un día largo y Johan acabó cansado (yo me terminé el libro y me quemé con el sol... la primera vez después de tanto tiempo) pero los dos volvimos al velero contentos, del trabajo hecho, de las sonrisas de los chicos de Salardup 

El universo nos regaló una puesta de sol espectacular



Pero el mejor premio llegó cuando la luz del sol desapareció y al mirar hacia la isla vimos brillar en la noche cuatro bombillas. Felices, así de fácil. 

sábado, 17 de mayo de 2014

Capitán colada

Siguiendo -indirectamente- con el tema del agua, está el tema de la colada. A bordo del Alea no tenemos lavadora (estuvimos a punto pero al final la cosa se quedó en proyecto, mejor así, una cosa menos que se puede romper, aunque la verdad miro con envidia a quienes sí que la tienen, o sea un quiero y no quiero total) así que hay que buscar formas de lavar.

A mí, y ya lo he dicho en otras ocasiones, me encanta lavar a mano, el problema es que tienen que darse dos factores a la vez: tiempo (para lavar, buen tiempo para secar) y agua suficiente.

Llevando gente a bordo las necesidades de lavado se multiplican (más sábanas, muuuchas más toallas) así que hemos encontrado el modo de resolverlo: en Corazón de Jesús, Maribel tiene un par de lavadoras y ofrece sus servicios a los veleros (somos muchos los que adoramos a Maribel) y por 5 o 6 dólares te lava 6 kg de ropa.

Yo sigo lavando nuestra ropa personal (me gusta) pero la lavandería es una referencia obligada a la hora de trazar nuestra ruta.

A veces Corazón está lejos de nuestros fondeos por un rato y la ropa se va acumulando, eso nos pasó la semana pasada ¡todo estaba por lavar! Decidimos encontrar una solución salomónica y por no agobiar a la Mari con bolsas y bolsas y para aligerarle el trabajo (y aprovechando que Julia y Susana habían venido a visitarnos) decidimos hacernos cargo de una parte de la colada nosotros mismos ¡en el río!

A mí me parecía una idea divertida, hasta romántica, pero subir al río -los malditos bajos de la entrada- es algo que me puede, así que me mostré reticente, pero como era minoría no me quedó otra que ir para arriba.

Como siempre, pasados esos tres minutos de poco calado, empecé a sentirme feliz de estar ahí (menos mal que Johan me conoce mejor que yo a mí misma) y me dejé llevar por la belleza del entorno





La idea era encontrar una playita antes de llegar a la zona más alta del río, donde el agua estuviera limpia, pero donde nuestra tarea no ensuciara el agua que la gente utiliza para el consumo


El capitan encontró el sitio ideal para el "desembarco"




E iniciamos la operación colada!!!!!

Primero limpiar bien la auxiliar -el único "recipiente" lo bastante grande para que el trabajo fuera eficaz- y llenarlo de agua



Se toma el detergente -sin abusar- para enjabonar el agua

                           


Y a lavar se ha dicho: mover, frotar, escurrir, volver a mojar, volver a frotar...







Se deja reposar un poquito después de todo el meneo y se saca la ropa de la "lavadora" para vaciar el agua sucia y pasar a la fase del enjuague, o sea, volver a llenar con agua



Un poquito de suavizante (que no necesita enjuagarse después) para dar buen tacto y olorcito


Y a enjuagar


Después de unas risas, un poco de agujetas (que no es tarea relajada), unas cuantas picaduras de insectos y con la ropa limpia, iniciamos el regreso a casa



Los armarios huelen a limpio, hay sábanas y toallas por doquier, nos sentimos bien -como pasa siempre que uno trabaja con sus propias manos- y vuelvo a darle la razón al capi: ha sido un día genial!





sábado, 10 de mayo de 2014

Cargando agua


 Aquí estamos de nuevo, disfrutnado -mucho- de la recta final de nuestra estancia en esta tierra mágica.

Hemos hablado en más de una ocasión de nuestras aventuras para conseguir llenar la despensa (la escasez de tiendas, los barcos de verduras, los paseos a Panamá a través de la jungla, las navegaciones a Puerto Lindo para ir en bus al super) pero hasta ahora no os hemos hablado de la forma de llenar los tanques de agua... que no sólo de cervecita vive el navegante.

El Alea dispone de dos tanques de agua que nos permiten disponer de unos 400 litros; si estamos nosotros dos solos a bordo y haciendo un uso responsable -o sea, siempre pensando en no gastar de más- nos pueden  durar un mes; cuando recibimos visitas a bordo el consumo se multiplica rápidamente (es difícil transmitir el concepto de ducha cortita, los platos a fregar son más y más, etc) y al menos tres veces al mes tenemos que llenar los tanques.

 Aquí en San Blas conocemos distintas formas de hacerlo

La más rápida, gratuita y difícil de programar es recoger agua de la lluvia; casi todos los veleros disponen de uno un otro medio para hacerlo y con toldos o directamente de la cubierta, las nubes te regalan el agua que necesitas; en la temporada de lluvias es lo habitual. Al llegar aquí, en Portobelo, en una ocasión recogimos  más de 300 litros en menos de media hora!!!!!

Pero en ausencia de lluvia, San Blas tiene dos islas próximas a continente que han instalado mangueras que van desde el nacimiento del río hasta la población, pasando por distintos filtros y disponen de pequeños muelles donde poder amarrar el velero mientras los tanques se llenan.

Soledad Miria es nuestra opción favorita; es fácil amarrar, no te cobran por hacerlo y llenar el tanque (sin importar el volumen de agua) cuesta 10 dólares. Es una comunidad tradicional y no les entusiasma el tema de que te pasees por sus calles, tanto así que muchas veces preguntamos por la panadería y ellos se ofrecen a comprarlo por tí. Aun así son siempre amables con los que llegamos en velero y nos sentimos siempre bien recibidos







A veces toca hacer cola porque otro velero u otro barco que transporta mercancía está ocupando el muelle

                             

Finalmente amarramos (el calado es de unos 5 metros) y con nuestra propia manguera (son suficientes 20 metros) y mucha paciencia (el agua llega por su propia presión... que es escasa) podemos llenar los tanques.

                                             


La otra isla con muelle es Río Azúcar, nunca hemos llenado agua ahí, todo el mundo dice que es cómodo aunque algo más caro que Soledad (15 por llenar los tanques, 5 por amarrar al muelle), eso sí, con más presión y por lo tanto más rápido; pero Río Azúcar está muy cerquita de Narganá y nosotros preferimos que Apolo nos traiga agua del río.

Narganá y Corazón, pese a estar muy cerquita del río Diablo, hasta hace apenas unos meses no disponían de tubería para llevar el agua a las islas; la hubo en su día pero se daño y nadie la reparó. Es (era) habitual ver a los hombres de las dos comunidades remar con los cayucos llenos de tachos en los que cargar agua arriba y abajo del río sin descanso


                           


                            

Una ONG tuvo la brillante (y no hay ironía en estas palabras) idea de facilitar una nueva tubería y una bomba para solucionar el problema y decidió que la mejor manera de conseguir que las dos comunidades trabajaran juntas era dar la tubería a una y la bomba para conseguir la presión necesaria para llevar el agua a los tanques de almacenamiento a la otra.

Sin embargo, los unos dicen que sin tubería no hay agua así que no están dispuestos a compartir el uso y que si los otros quieren agua tendrán que pagarla; los otros dicen que en esas condiciones no dan su bomba y que sin bomba tampoco el invento funciona... y en esas estamos ahora mismo 

En Narganá, Paco -español de origen pero afincado aquí hace más de 50 años- dispone de varios negocietes, uno de ellos, el transporte de agua para los veleros que fondeamos en la bahía. Apolo sale con una barcaza a motor cargada con varios toneles de 200 litros cada mañana; con el barco cargado de agua se abarloa a nosotros que debemos tener una bomba para trasvasar el agua de la barcaza al velero. El precio son 5 dólares por cada 200 litros, nos gusta el ratito de compartir una cerveza con Apolo y charlar de todo un poco... Narganá es nuestro lugar de aprovisionamiento habitual



Y si un día Apolo está indispuesto, pues Paco nos presta un tanque y con la auxiliar nos vamos nosotros dos río arriba... es una excursión maravillosa (aunque a la entrada hay unos bajos que consiguen sacarme los nervios... a Johan no) y remontamos sin prisa el curso del río Diablo disfrutando de cada rinconcito







 Por unas horas te olvidas de que estás en San Blas y cambias el azul acostumbrado por un verde intenso que ya no recordabas... y viajas dentro de tu viaje 







Y llenas el tanque del velero con la satisfacción de haberlo hecho tú mismo





El río ofrece otras muchas cosas; es una excursión estupenda (necesario un buen repelente de insectos) y al atardecer más de un día hemos visto pasearse por el fondeo un cocodrilo de unos 3'5 metros... pero eso ya se escapa del tema del agua.

Ahora a beber un buen vaso de agua fresca ¡lo mejor de lo mejor!