miércoles, 29 de febrero de 2012

Pensamientos, valoraciones y proyectos

(Este texto lo escribí en una terraza, con vistas al mar, en Becquia, el 31 de enero)



Estamos recorriendo el Caribe

¿es esto lo que nos esperábamos??


Bien, creo que lo bueno es que no esperábamos demasiado (para nosotros inicialmente era un paso para llegar a otro destino), además –ya nos vamos conociendo- nuestra tendencia es ver el vaso medio lleno, así que el resultado es que estamos encantados.

¿quiere esto decir que todo es de color de rosa? No, claro que no, pero la verdad… bastante rosadito sí que es

Estamos a finales de enero y la temporada de lluvias no ha terminado, así que no es extraño que un día sí y otro también nos pille un buen chaparrón




Pero … cuando vuelve a lucir el sol, el paisaje nos hace olvidar la lluvia




Habíamos leído que aquí el viento es constante, en dirección e intensidad: que siempre sopla del noreste entre 15 y 18 nudos. Pues bien, de momento sólo hemos dormido una noche sin el aullido del viento que sopla sin descanso siempre por encima de los 20 nudos, de día y de noche (hemos llegado a 35 más de una vez). Los fondeos se hacen a rato incómodos y entendemos que por las noches poca gente se anime a cenar en las bañeras de sus barcos



Pero… la temperatura es estupenda y mientras desde España nos llegan noticias de temperaturas bajo cero aquí estamos dejándonos acariciar por el sol


Con este viento –más norte de lo previsto y más fuerte de lo que esperábamos- navegar no siempre es placentero

Bordos y más bordos contra el viento hacen el camino largo


Pero la meta siempre recompensa con creces



También teníamos claro que lo de encontrar un rinconcito sólo para nosotros iba a ser medio imposible porque este es uno de los destinos más populares del mundo




Pero ¿qué importa compartir la belleza si es tanta que hay para todos?

El Caribe nos está resultando más caro de lo que pensábamos –y eso que no esperábamos que fuera barato- y además es difícil encontrar productos a los que estamos acostumbrados (nada de berenjena ni calabacín, un pimiento es una rareza y la carne siempre pollo –normalmente congelado, siempre muslo… y a mi me gusta la pechuga!!- y a veces con una pinta poco apetitosa; pero en cambio hemos descubierto productos nuevos (nos encanta una verdura que se llama calaloo) y nuestro frutero aromatiza el barco con su carga de mangos, pomelos, frutas de la pasión, papayas, bananas y más




Y el simple hecho de ir de compras puede convertirse en una distracción y un disfrute



He nadado casi tocando una tortuga majestuosa y eso para mí ha valido los 23 días de travesía, las jaquecas del viento que no para, las ceñidas pesadotas, la corriente que no nos quiere dejar avanzar a buen ritmo… ese fue un momento único acompañado de otros mil momentos especiales.

Como veis, el Caribe tiene sus más y sus menos, pero no os he contado todavía lo que para nosotros es lo peor.

Os escribo desde una terracita desde la que veo al Alea fondeado a través de un follaje de palmeras



Estamos en Admiral Bay, en Becquia (Grenadinas pertenecientes a Sant Vincent) donde llegamos ayer y de donde partiremos en un par de días. Desde aquí haremos una parada al norte de Sant Vincent antes de zarpar hacia Santa Lucía.

Hacia el norte aun queda mucho camino si queremos estar en las Vírgenes a mediados de abril y cruzar hacia Bermuda.

Esto –el tiempo- es lo que menos nos gusta; ¿recordáis nuestro paso por Grecia? Llegamos allí para cuatro meses y nos quedamos más de dos años. Es cierto que aquí nos limita la temporada de huracanes, pero hoy comentábamos que tal vez habría sido preferible dedicar una temporada sólo a Tobago/Martinica y la siguiente de Martinica a Vírgenes.

Me gusta esta bahía y me gustaría quedarme flotando una semana entera…




…………………………

Un mes más tarde (hoy es 29 de febrero), hemos encontrado supermercados franceses en los que hemos podido comprar pimientos, berenjenas y calabacines (además de todo tipo de quesos, pan recién horneado, etc, etc); hemos peleado contra el viento y la corriente hasta decir basta, hemos tenido el viento a favor y hecho alguna de nuestras mejores navegaciones, hemos dormido solos en un fondeo precioso y hemos estado en una bahía con más de mil barcos fondeados, hemos “sufrido” la celebración de carnaval y su música hasta las tantas, también nos hemos rencontrado con amigos también navegantes a los que no veíamos desde hacía años, hemos visto peces de mil colores, hemos hecho excursiones, hemos participado en barbacoas… pero seguimos corriendo hacia el norte.

¿el futuro?

El norte tira con fuerza de nosotros, tenemos muchas ganas de ir a Groenlandia, nos atrae como un imán, pero es cierto que ahí seguirá un año más tarde si decidimos quedarnos por estas latitudes para dedicarles algo más de tiempo y nos perdemos por Colombia o San Blas en Panamá y después hacemos ruta al norte descubriendo Centroamérica…

¿el futuro?

Estamos deshojando la margarita.


miércoles, 22 de febrero de 2012

Tobago Cays

Nos hemos adaptado rápidamente al ritmo del Caribe. El sol se pone alrededor de las siete de la tarde y poco después nosotros ya tenemos la cena en la mesa; ratito de charla, ratito de lectura, un vinito escuchando música… y poco después de las nueve de la noche ya estamos en la cama.


Entonces no es difícil –ni siquiera hace falta el despertador- levantarse antes de las siete de la mañana. A las siete y media ya está el café servido.

Así es fácil entender como hoy (este hoy corresponde al 21 de enero), a las 10 de la mañana, estábamos en la bañera con un segundo café después de haber ido con la auxiliar hasta el rompiente del arrecife donde hay unas boyas para dejarla, y habíamos hecho snorkel;



habíamos vuelto a Aleita, navegado esquivando a un par de tortugas marinas, para llegar por una pequeña isla con palmeras besando el mar en la que hemos visto un montón de iguanas…


Nuestra cámara de fotos subacuática ya no funciona –estamos haciendo hucha para comprar una nueva- así que no tengo fotos para compartir con vosotros todo lo que hemos visto (tampoco creo que la cámara hubiera podido captar mi emoción). El arrecife está en una zona en la que el agua que tiene tantos tonos de azul que no caben en una sola palabra, con un fondo de arena blanca; es un parque natural por lo que la pesca está prohibida y tanto peces como tortugas se pasean junto a los que nadamos en su territorio sin mayor problema. Hemos visto coral y peces de todos los tamaños pasando a rozar nuestra cara; una pareja de peces que parecían dos cebras submarinas, una “escuelita” de peces amarillos y azules que parecían irradiar luz, otra de grandotes azules, una estrella de mar, una raya…


Estaba tan emocionada que en un momento he sentido que me faltaba la respiración, creo que ha sido porque me he olvidado de respirar!!!


Por cierto, todo esto es gracias a un Johan-invento. Yo soy miope y no tengo gafas de buceo graduadas; lo hemos intentado pero como no paramos nunca en el mismo sitio por suficiente tiempo, no hemos podido hacer unas (la óptica tarda más tiempo en tenerlas del que nosotros nos quedamos en un lugar). La consecuencia es que hasta ahora yo adivinaba más que ver los peces del fondo. Bien, pues hemos cogido unas gafas viejas (con graduación buena) y les hemos quitado las patillas; las hemos “empotrado” en las gafas de buceo y el tamaño era perfecto. Así me pongo las gafas de buceo con gafas de graduación incorporadas y ¡puedo ver!


En fin… que después del cafecito de media mañana hemos leído un ratito, preparado la comida, hecho una siestecita, comprado algo de fruta


y hemos vuelto al arrecife a hacer snorkel, visitado otra isla de palmeras para bañarnos en la playa y secarnos al sol entre montones de gente



he preparado una ensalada de pasta y ahora (18.10h) estamos esperando que lleguen Sandra y Dani, del velero Piropo que también andan por estas tierras.

Después de la cena y la charla en buena compañía, nos tomaremos un cafecito o una infusión y antes de las 22.00h seguramente estaremos de nuevo en la cama… que mañana madrugaremos: nos esperan los peces bajo el agua, las palmeras en la arena y tal vez una navegadita para cambiar de escenario.

Me gusta vivir con el sol


Tobago Cays es tan pero tan bonito que después de una incursión en Unión miré a Johan con esos ojitos que se me ponen a veces y camino al norte hicimos una nueva parada de un par de días en el reino de las tortugas… Fernando contó hasta 83 veleros en el fondeo (sí… una multitud), no somos los únicos enamorados del paraíso.



Fernando tiene una cámara sumergible, así que esta vez sí os puedo pasar unas fotos.



Yo todavía no he visto nada más bonito ni me he sentido más cerca de la felicidad absoluta!


sábado, 18 de febrero de 2012

Carriacou




Lo más dificil de Carriacou... es llegar a Carriacou.

Lo pone en las guías, te lo cuentan otros que navegaron antes, pero es un palo cuando estás en ello.

Lo mejor es ir costeando la isla por la cara de sotavento (en la cara este hay siempre mucho mar) aunque sea utilizando el motor y después pelear con el mar y la corriente. Y como dice el dicho que si no quieres caldo... dos tazas, pues nosotros subimos a Carriacou con José Luis y Ana, regresamos a Grenada, y volvimos a subir, esta vez con Fernando a bordo.

En el canal entre Grenada y Carriacou desplegamos las velas y nos dejamos impulsar por el viento durante cuatro horas que fueron de navegación bonita y más o menos tranquila, pero llega un punto en que el viento se pega a la costa de la isla de destino y yendo a vela te empuja hacia el norte (y tú quieres ir al noreste) pero si haces un bordo, la corriente (que es de unos 2 nudos) te frena y el viento te empuja directo al este... con lo que no adelantas nada y tienes que resignarte a llegar a motor a la velocidad de las tortugas.

La segunda vez intentamos ganar barlovento desde la salida del abrigo de Grenada... la cosa fue un poco mejor, que la experiencia es un grado, pero no suficiente y acabamos yendo a motor y lentos como la otra vez.

Y la bajada (génova desplegada y buena velocidad) la hicimos debajo de un chubasco al que seguía otro chubasco. Además yo insistía en que era mejor hacerlo por la cara este de la isla para poder “aprovechar” el viento, y Johan –cansado de oírme y supongo de que yo no le escuchara- se encaminó por la ruta que yo le sugería; no tardé ni diez minutos en claudicar –bajo un mar montadísimo- y pedir que volviéramos a su plan! Si además os cuento que nos llovió las tres veces, podemos decir de estos viajes que han sido entretenidos... pero no muy placenteros.




Al llegar -por fin- a Carriacou, nos dirigimos a Terryl Bay donde había... montones y montones de barcos fondeados pero donde sin problemas encontramos un hueco para echar el ancla.

Al día siguiente nos fuimos a White Island, a penas al girar la isla. El lugar es... os paso unas fotos que lo explicaran mejor que yo






El día era ventoso (hasta ahora -y os escribo pasadas varias semanas) el tiempo siempre es ventoso. Nos habían dicho que esto de navegar en el Caribe era estupendo, siempre entre 15 y 18 nuditos... puede ser que el cambio climático esté cambiando las cosas, que nosotros tengamos mala suerte o que este año sea raro, que la estación tranquila esté por llegar, pero lo normal está siendo que el viento no baje de entre 20 y 25 nudos, de noche y de día.

En fin, que fondear en Whyte island no era tan fácil; está rodeada de fondos muy bajitos y yo -ya nos vamos conociéndonos- me pongo muy nerviosilla y miro al capi con ojitos de cordero degollado cuando la sonda baja... total, que abordamos la isla por aquí, desistimos, le dimos la vuelta y la abordamos por allá y echamos el ancla. Un bañito mientras Johan escudriñaba el mar y recogimos de nuevo para fondear en otro punto, más cerca de la islita y así poder desembarcar en ella con la auxiliar.





José Luis, Ana y Johan se fueron a explorar tierra y yo me quedé, alucinada, mirando cuantos azules puede contener la palabra azul, viéndolos luchar por subir a Aleita a tierra... fue una excursión estupenda.








En la isla “descubrieron” a tres chicas inglesas que estaban pasando allí unos días con una tienda de campaña: pescando, leyendo, caminando (poco, que la isla se acaba rápido). Sin duda otra forma de hacer vacaciones.


Volvimos a Tyrrel Bay donde encontramos al Bellatrix, otro velero español que sabíamos estaba por la zona y con ellos quedamos para cenar en el tierra. Era viernes por la noche y un restaurante ofrecía un concierto de steel band, el menú era apetitoso y rum punch seguro que estaba en la carta










... era irresistible









… y no nos resistimos.





Desde Tyrrel Bay fuimos a la capital de la isla para pasear, hacer compras y disfrutar del entorno sin más.

Ana y José Luis se acercaron hasta Paradise Beach donde hay una tiendita conocida por sus camisetas (realmente bonitas) mientras que nosotros nos fuimos a dar vueltas por el varadero (hay una pequeña marina en seco) donde nos encontramos con nuestros amigos franceses de Tobago, casi compramos un piloto de viento Aries de segunda mano, nos enteramos de donde estaba el mejor restaurante de la isla…














Con Fernando volvimos a la misma bahía y con la tranquilidad de quien no tiene más que hacer que relajarse, pasamos tres días entre paseos a la ciudad, cena de pizza e internet, descubrimiento del mejor té de hierbas que hemos bebido hasta ahora.

Y desde luego un poquito de vida social. Coincidimos con un velero al que habíamos visto en Pirckly bay y nos acercamos a saludar. Era un modelo clásico, de madera, velas cuadradas, todo a base de poleas, sin winches, auxiliar de madera… Peter y Courtney nos explicaron que el barco había sufrido una explosión de gas y el propietario les regaló el casco para que lo restauraran “si podían”, y pudieron! Alguien al verlos en el agua les ofreció una preciosa auxiliar de madera “porque les hacía conjunto y parecía que sabrían cuidarla”. El barco –que ciñe fatal- ha ido a Europa (donde han hecho montones de amigos y en más de una ocasión les han dejado amarrar gratis en los puertos) donde han pasado un par de años y unas semanas antes que nosotros volvieron a cruzar esta vez rumbo a América. Son una pareja que transmite ganas de quererlos, de compartir un buen rato con ellos y nosotros tuvimos suerte: vinieron al Alea a cenar (como siempre: tapitas y una buena tortilla de patatas) y después nos invitaron a un catamarán al que a su vez ellos habían sido invitados para tocar música. Y después de una cena agradable –de esas de explicar historietas- nos fuimos al cata donde nos reunimos 8 personas: un banjo, una caja de percusión, una guitarra, una mandolina, unas maracas y un vasito de vino. Fue taaaan bonito que lloré de la ilusión de sentirme tocada por la suerte de encontrar la felicidad en los pequeños rincones que –si la dejas- la vida va poniendo en tu camino.




Volvimos a la capital, hicimos los trámites de salida del país (laboriosos pero gratuitos), inscribimos a Fernando en la tripulación del Alea, y nos encaminamos a la siguiente isla… el paraíso –de verdad- que compartiremos con vosotros en unos días

jueves, 9 de febrero de 2012

Grenada 2ª parte

En el bar de la marina de Court Clark Bay preguntamos por el alquiler de un coche; en internet habíamos visto que el precio habitual era de 55 $ US y ese fue el precio que nos ofrecieron por teléfono así que aceptamos y a la mañana siguiente, tempranito, estábamos dispuestos para nuestra excursión.

Llegó super trajeado el muchacho con un Toyota 4x4 pequeñito, con cambio de marchas automático. Resultó que en esta isla, para poder conducir, tienes que comprar un permiso temporal de conducción, que el seguro no estaba del todo incluido en el precio, que los impuestos se contabilizaban a parte; en resumen, alquiler de un coche en el que viajamos cómodamente los cuatro costó 92 $US, combustible a parte.

Os tengo que explicar que en estas islas, además de ser anglófonos, conducen por la izquierda como en el reino de su Majestad la Reina Isabel II... así que tener el cambio automático era de agradecer. Ya os comenté que además de la dificultad de conducir por el lado contrario, tomar las rotondas del revés, etc, etc... los grenadinos parecen estar entrenándose para participar en cualquier rally en cualquier momento, sumad que las carreteras no son muy anchas y que el arcén es un hueco en el que te caes y no sales... y tenéis un emocionante día de excursión.

El coche lo llevaba Johan y yo llegué a casa por la noche con un tirón muscular de tanto “apretar” el freno -acto reflejo- durante el camino; hubo algún momento en el que literalemente pensamos que nos arrollaba un bus, otro en el que paramos completamente -a pesar de las quejas de los coches de detrás- para dejar pasar a una furgoneta... creo que fue una buena forma de removernos la adrenalina a los cuatro.

Pero valió la pena.


Las cascadas más famosas se llaman Seven Sisters Falls, pero no queríamos meternos con el coche en Sant George's dedicimos conducir hacia el este y esa ruta nos llevaba otras cascadas. Allí, antes de quitar las llaves del contacto del coche, ya teníamos un guía que nos acompañó durante todo el trayecto, por un camino que se perdía en la jungla, completamente embarrado (todavía estamos en época de lluvias), envueltos entre árboles de mango, cocoteros, plantas...



y por fin la cascada ¡PRECIOSA!









Llegamos a un primer punto, según nos contó Kevin, la más alta del país y yo que no soy de bañarme mucho, no tardé ni un momento en estar metida en el agua. Después seguimos andando un poquito para llegar a una cascada menos alta pero con un espacio más amplio para bañarnos todos. Lo mejor de todo es que estábamos solos, sin prisa, bañándonos en un agua que si no era cristalina ¡era dulce!.










Después de unas risas, unas fotos, unas brazadas, nos vestimos y volvimos al coche (después de pagar los servicios de Kevin que nos cogió unos ricos mangos de los árboles del camino) y nos dirigimos a Greenville, la segunda ciudad de la isla.

Ahí comimos, en un restaurancito de los lugareños -no creo que aquí hubiera ninguno para turistas- con una pinta tal vez no muy apetecible, con una comida servida en platos de poriespan... riquísima y que nos costó 15 $ EC por persona. A nosotros nos gusta mucho, mucho, comer en estos lugares, mano a mano con las gentes de la ciudad, y afortunadamente nuestros estómagos lo resisten sin queja alguna, por lo menos de momento.






Y en nuestra ruta turística decidimos seguir hacia la fábrica de chocolate. Se trata de una fábrica en la que se procesa el cacao de una plantación que en otros tiempos fue de un inglés y hoy pertenece a un propietario hindú. Son un montón de hectáreas y en una mini-visita guiada nos enseñaron desde el proceso de fermentación de las semillas, el secado y tostado. Nos explicaron que se dedica en buena medida a la exportación (en ese caso no se hace el final del proceso, porque comprándolo en este estadio se paga el precio de materia prima y no de producto elaborado cosa que proporcionaría mayor riqueza a los países productores, pero no voy ahora a entrar en una discusión sobre el comercio justo -aunque ganas no me faltan jeje-), pero también había producto elaborado que podíamos adquirir allí mismo.









Nos invitaron a un té aromático con chocolate que por si sólo habría valido la excursión, y seguimos rumbo al Grand Etang que es un lago que se ha formado en la boca de un volcán. Caminamos un poquito pero el barro hacía los caminos un poco impracticables así que decidimos volver. Nos habíamos ganado una cervecita.




Días más tarde, ya con Fernando a bordo, decidimos ir de nuevo al interior para ver la cascada más popular (seven sister falls) pero en lugar de contratar una excursión (nos pedían 90 $ US por persona) o alquilar un coche (que ya habíamos visto que no era barato, pero sobre todo Johan dijo que no quería volver a conducir y ninguno de los otros hicimos gesto de querer hacerlo) averigüamos los buses que nos podían llevar hasta allí... y nos fuimos en transporte público. No debe ser algo habitual porque todos los lugareños se mostraban sorprendidos, y si a eso le sumáis que antes de las 9 de la mañana ya estábamos en las cascadas, pues éramos unos bichos raros... que disfrutaron de la visita a las cascadas en la más absoluta intimidad.



La entrada cuesta 5 $ EC y el camino está perfectamente señalizado así que no es necesario acompañarse de guía (y a esas horas no había ninguno que se ofreciera); el señor que nos vendió las entradas nos dijo que esperaban un grupo de unos 25 estudiantes, pero que si nos dábamos prisa nos podríamos bañar nosotros solos.





Bajamos caminos, subimos pendientes, dudamos que hubiera unas cascadas en algún sitio, descubrimos el verdadero sentido de la palabra exuberante... y llegamos por fin.






En el camino de vuelta nos cruzamos con un agricultor que nos explicó un montón de cosas sobre las plantas y árboles del lugar, un lujo como premio al madrugar!







Pasamos un rato estupendo, el agua clara y fría (muy fría) en un entrono precioso... el costo total había sido de 15 $ EC por los buses (por persona) y 5 por la entrada (20/2,6= 7,6 $ US frente a los 90 qe nos pedían las excursiones organizadas).

Grenada ofrece todavía más caminatas y más cascadas, más fábricas (de especias) y más rincones; pero el Caribe es grande para verlo en 4 o 5 meses, así que tocaba seguir la ruta.