viernes, 28 de octubre de 2011

Reflexiones, trabajos y cambio de planes



El mes de septiembre -ya lo sabéis- ha sido un mes de hacer millas y millas. Empezamos el mes despidiéndonos del yogourth griego y le dijimos adiós comiendo papas arrugás con mojo picóm

Han sido muchas millas y con ellas muchas horas de experiencia que han de servir para mejorar cositas cara al próximo salto: el cruce del Atlántico

No somos gente que se aferre a los planes -que son eso que sirve para ir trazando un camino, no para crear un canal estrecho por el que moverse sin ver a un lado y a otro- así que sumando expectativas y experiencias hemos sacado conclusiones y modificados proyectos.


El Velero

el Alea es un buen barco, noble navegando, esto nos lo había demostrado en más de una ocasión y por eso vamos tranquilos: nosotros la cuidamos y ella nos cuida (sí, sí, en femenino, digamos que ella es una barca de vela).

Estábamos acostrumbrados a ceñir y ceñir y ceñir por lo que la navegación con vientos portantes ha sido un tanto novedosa. Dicen que ceñir no es de caballeros, pero con el viento de popa y las olas de costado el viaje tampoco ha sido precisamente cómodo. Hemos visto que el piloto automático corrige continuamente, mucho, y que eso hace que nos movamos más de lo necesario y que el timón trabaje más de lo necesario. En el cruce, esperamos que la mayor parte del trabajo recaiga en el piloto de viento, pero en cualquier caso queríamos solucionar el problemilla así que

    • hemos puesto el piloto en un modo menos sensible con lo que las correcciones son menores

    • hemos cambiado la ubicación del compás electrónico por el que se rige el piloto; al ser un casco de acero no podía estar en el interior del barco y optamos por instalarlo en el arco de las placas solares (en la literatura se recomienda que esté a dos metros del acero). Al estar en una posición con cierta altura, las oscilaciones del barco cuando hay olas grandres le afectaban mucho más (y en consecuencia también al piloto). Ahora lo hemos instalado en el palo, más centrado y menos alto y de momento los resultados son buenos


El piloto de viento se ha portado bien pero necesitaba de unos retoques en alguna de las partes del mecanismo y hemos instalado el sistema que nos permite modificar el ángulo del rumbo desde la bañera sin tener que ir a la popa del barco.

El Gennaker ha vuelto a trabajar tan bien como de costumbre pero el génova, a ratos, pedía a gritos que lo atangonáramos (o sea, que toca comprar un tangón)

En nuestra estancia en varadero hemos:

  • puesto nueva patente
  • cambiado las bases de los candeleros y comprado candeleros nuevos (superbonitos! mi regalo de cumpleaños)
  • instalado un aparatito entre el quitavueltas del ancla y la cadena que hace que el ancla siempre suba en la dirección correcta (antes tenía tendencia a subir girada)
  • hemos comprado nuevos obenques (estamos en proceso de cambio, de momento ya llevamos 7 cambiados!)
  • antes de partir pintaremos la cubierta
  • hemos cambiado los tubos de los tanques de aguas negras
  • hemos recosido el protector solar de la génova
  • hemos limpiado, endulzado, barnizado...

Por lo demás... Alea parece en forma para surcar el océano

La tripulación y el cruce

En principio habíamos ofrecido las plazas del cruce a cambio de un monto económico, pero mucha gente nos ha hablado -estamos seguros que con razón- de lo difícil de una convivencia tan intensa, en un espacio tan pequeño, durante tantos días, sin posibilidad de “escape”. Sabemos que estadísticamente hay de todo en la viña del señor y como en la travesía del Mediterráneo tuvimos una suerte loca con los tripus -gracias otra vez a los tres por hacerlo todo fácil- nos daba la impresión de que la mala suerte podía estar acechando.

El resumen es que nos dio por pensar que tal vez chartear la travesía no era la mejor manera de afrontar un viaje que esperamos que sea especial (especialmente bonito!).

Entonces decidimos recurrir a gente que conociéramos y que supiera navegar, alguien con quien supiéramos de antemano que, salvo imprevistos, la convivencia sería agradable, de quien podríamos aprender un montón y a quien podríamos confiar el velero durante las guardias sin perder el sueño; hablamos con Clara y Lidia (sí, dos chicas y las dos merecedoras de toda la confianza y más) pero claro, con el curriculum que se gastan las dos, pues ya tenían otro velero en el que cruzar.

Y la consecuencia lógica de la suma de los dos puntos anteriores es... que nos vamos los dos solitos!

Sabemos que eso tiene inconvenientes (nos va a tocar hacer muchas horas de guardia, si alguno de nosotros se indispone el otro se queda un poco solo ante el peligro) pero sin duda muchas ventajas:

  • no dependemos de las fechas disponibles de quien nos acompañara

  • podemos salir en cuanto la meteo nos parezca buena y el barco esté preparado

  • podemos ir aquí o allá (podemos modificar si nos cuadra mejor el puerto de llegada) y podemos ir directos o parar en Cabo Verde (que posiblemente es lo que hagamos)

  • La convivencia va a ser fácil (tenemos experiencia en el tema)

  • El habituallamiento va a ser más sencillo.


El resumen de todo este rollo:

Hemos hecho alguna pequeña mejora en el barco y estamos pendientes de un par de compras (la más destacada el tangón) y estaremos listos para partir!

Ahora sólo queda ir tachando días hasta que decidamos partir, los dos; eso sí, nos vamos solitos, pero os llevamos repartidos a todos por las sentinas, ya lo sabéis

miércoles, 12 de octubre de 2011

Travesía Gibraltar-Lanzarote, Versión extensa



Perdonad por el abandono, pero primero necesitaba dormir (mucho, quiero decir que lo necesitaba mucho y que necesitaba dormir mucha cantidad de horas) y después nos fuimos a varadero para poner el barco a punto y nos tocó trabajar mucho (en todos los sentidos de cantidad y calidad)
Pero todo llega y aquí estoy para seguir con los relatos!

Nos habíamos quedado en Gibraltar, llevábamos allí un día.

Habíamos decidido hacer la travesía a Canarias los dos solos: porque así podíamos decidir el momento de la salida sin estar ligados a compromisos y sobre todo porque nos apetecía probar -probarnos- qué tal se nos daba una navegación larga a los dos solos.

Esta era para mí la travesía más difícil. No digo que me imagine que cruzar sea fácil, pero todo el mundo insiste en explicar que es un paseo... y yo he decidido creérmelo. Si los 6 días de bajar a Canarias iban bien, sólo tendría que multiplicarlo por 3 o por 4 y listos!, pero ¿irían bien esos 6 días? ¿sabría hacer mis guardias sin despertar a Johan a cada rato y sin dormirme encima del plotter? ¿llevaríamos bien eso de no poder desembarcar en toda una semana?

¡Cuántas preguntas y un sólo lugar para encontrar la respuesta!

Pues bien, lo de no tener que esperar a la tripulación nos fue útil muy rápido. Teníamos previsto estar en Gibraltar cinco noches pero una buena meteo nos invitaba a salir... ¡ya!

Habíamos leído mucho sobre este tramo de navegación y sabíamos que en octubre no todos los días se puede disfrutar de viento del norte durante toda una semana; si no salíamos ese día había que esperar toda una semana sin tener garantía de un buen parte... así que salimos!

Antes tuvimos tiempo de conocer y disfrutar de una cervecita con Jose Maria en su precioso velero; pronto nos veremos en otros mares; seguro.

Con el depósito lleno, de nuevo mano a mano y bajo una lluvia suavita, no ha la mejor hora por el tema de las mareas, salimos en busca de Tarifa.

Un nuevo cuaderno de bitácora que llenar -las hojas del primero se acabaron con el Mediterráneo, 9650 millas recorridas- y todo un océano que descubrir



Para aprovechar bien la marea a favor deberíamos haber esperado un poco pero yo no quería pasar Tarifa de noche y Johan me dió el capricho. Fue "interesante" adivinar por el dibujo del agua donde la corriente en contra era más fuerte y dónde más débil y despacito pero con luz y buen humor llegamos y rebasamos Tarifa.



Y cruzamos sin problemas el estrecho con su canal de separación; a la hora de dibujar nuestra ruta trazamos una línea recta desde la final de la separación de tráfico hasta nuestra meta, en La Graciosa; eso nos llevaba a pasar entre 30 y 40 millas de la costa marroquí distancia que nos pareció suficiente. Más tarde, ya en Canarias dos amigos nos dijeron que ellos dejaron un margen de 100 millas con la costa marroquí. ¿nos equivocamos?, bueno, como os lo estoy contando -y por lo tanto nada fue mal- supongo que no! eso sí, tuvimos dos noches bien entretenidas.

La primera noche de guardia (dos horas cada uno) Johan me pasó el testigo a las 02.00h con un "todo tranquilo"

A los pocos minutos empecé a ver luces blancas parpadeantes -un montón- y un barco grandote en el centro, os prometo que las luces se extendían a lo largo de varias millas.

¡demasiado para mi!

Llamé al capitán -desventajas que conlleva el cargo- para que me ayudara a pasar el mal trago

¿eran redes flotantes? ¿podíamos pasar entre dos luces blancas sin quedarnos atrapados? ¿había algún hueco seguro por el que pasar?

Vimos en el plotter que dos mercantes habían pasado y decidimos seguir su estela; si ellos podían...

Llegado el punto más próximo al "problema" redujimos un poco el motor y tiramos para adelante ¡sin problemas! Más de una hora de nervios, Johan volvió a la cama y yo a terminar la guardia.

y sin mayor novedad (que si hubiera habido más sustos me doy media vuelta jeje) llegó el nuevo día


Durante el día hacemos guardias de una horita, recuperamos el sueño que no hemos podido saciar durante la noche, cocinamos, comemos, leemos, pescamos...



En nuestro segundo día de navegación por el Atlántico -ese que tiene vientos más constantes, olas más largas...- no tuvimos a penas viento y tuvimos que echar mano del motor ; para compensar pescamos un atuncito; yo estaba de guardia (o sea con el mando a distancia del piloto automático colgado del cuello) y como siempre Johan corrió a recoger el hilo y yo me preparé con la red. El atún -chiquitillo- estaba junto al barco, lo metí en la red, la red y el pez subieron a bordo... y el mando a distancia se fue volando al agua ¡NOOOOOOOOOOOOOOO!

Se quedó ahí, flotando y alejándose del barco a una velocidad pasmosa, cada vez más chiquito, quise tirarme de cabeza a por él; lo utilizamos constantemente, vale unos 400 € y estaba flotando en el Atlántico.

Grité "Johan, el mando está en el agua, flota, flota, lo podemos recuperar!"

Johan corrió a la rueda y yo intenté recordar el protocolo "hombre al agua" pero no estaba segura de nada; tenía que mirar el objeto sin perderlo de vista, pero ¿tenía que marcar MOB en el plotter? ¿tenía que echar al agua la boya de señalización con la bandera?

Johan empezó la maniobra y me dijo que liberara la red (para poder pescar el mando si dábamos con él) pero al hacerlo lo perdí de vista... y adiós muy buenas.

Me fui a la proa y miré y miré. Johan utilizó el track del plotter (la línea que indica el camino recorrido) para volver sobre nuestros pasos y con paciencia empezó a peinar el espacio. Mar, mar y más mar. Olas y azul por todos sitios ¿cómo iba a ver una cosita tan pequeña? apenas 12 cm flotando en el agua, llevado por la corriente. Adiós a los candeleros nuevos (habría que usar ese presupuesto para reponer el mando); menudas noches de guardia me esperaban...

Me di por vencida y le dije a Johan que era imposible; él me contestó "sólo una vuelta más", y de repente lo vi a nuestra proa ¡SÍIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!

- Johan, lo veo, lo veo, a proa, un poquito por babor
- Ok, avísame cuando esté a la altura del ancla y corre atrás y prepara la red, ¿lista?
- lista ............................. no lo veo
- ya viene, tiene que estar ahí

y ahí estaba, pegadito al barco, dejándose recoger sin quejas

Lo endulzamos, lo secamos, lo encendimos y ¡FUNCIONABA!

bufff, menudo sustazo.

Las conclusiones
- el mando no sale de la bañera
- habría sido mejor lanzar la boya de señalización
- conocer y seguir la maniobra de hombre al agua es importante
- los milagros existen: recuperamos una cosa minúscula de mitad del océano




Y se hizo de noche



y las guardias fueron tranquilas aunque a ratos costaba mantenerse despierto: sin redes de pesca, con un buen viento constante, sin demasiados barcos en la ruta. Escuchar música, hacer pequeñas tablas de gimnasia, lavarse la cara, intentar no mirar el reloj cada cinco minutos.

Las noches han sido fresquitas, sobre todo para nosotros que llevábamos tanto tiempo con temperaturas calentitas


Pero como cada día, puntual a la cita llegaba el sol


El tercer día fue tranquilo; probamos el programa del piloto automático que sigue no el rumbo sino el viento y el barco iba más tranquilo y menos meneón, ocupábamos buena parte del día en dormir y hacer guardias (nos hemos visto poco en esta travesía) y al marge de la pesca de otro atún no hubo nada remarcable.

Al caer la noche empezamos los turnos de guardia, otra vez próximos a la costa marroqí, otra vez con el mismo lío de las redes con cientos de luces por todos lados y otra vez en mi guardia.

Esta vez no tenía mucho sentido despertar a Johan, ya había visto su estrategia y no había otra que seguirla yo sola, cruzar los dedos para que no pasara nada y asumir que si una vez meto la pata en mi guardia... pues la meto, pero no puedo ir siempre pegada a las faldas del capi.

Prometí velas a los santos, recé después de mucho tiempo, seguí fielmente la estela de un mercante, crucé los dedos, me mordí los labios hasta doler, aminoré la marcha al acercarme... y superé la prueba sin problemas (debo estar haciéndome mayor)

Y volvió a salir el sol, esta vez rodeado de amenazadoras lluvias que no llegaron a caer.


El cuarto día de ruta no tuvo demasiada novedad -sólo que no sacamos la caña de pescar para variar un poco la dieta-, con un viento bastante estable, ya a vela, íbamos adelantendo millas, no rumbo directo pero con un desvío aceptable que deberíamos recuperar haciendo un bordo en algún momento.

Atrasamos nuestros relojes para estar más cerca de Canarias y afrontamos una nueva noche de guardias, tranquilas y sin novedad.

Y salió el sol


Y el viento era perfecto, rumbo directo a la Graciosa, nuestros bioritmos un poco más acomodados a esto de las guardias nos permitieron compartir más horas del día, con una velocidad establecida de entre 6'5 y 7 nudos ya nos sentíamos muy cerquita del destino

Y cayó la noche e hicimos nuestras guardias



y amaneció y el Alea seguía comiendo millas a un ritmo novedoso para nosotros



A las 6.45h del sexto día de navegación pusimos el motor para poder poner rumbo directo, ya veíamos la isla y estábamos deseosos de llegar



y cuando a penas nos faltaban unas millas oímos a Magdalena del catamarán Prati llamando a la marina de la Graciosa para anunciar su llegada; nos vimos por última vez en Valencia hacía ya tres años y ahora nos reencontrábamos en pleno mar ¡increíble!

Llegamos a la marina sobre las 10 de la mañana pero para nuestra sorpresa y decepción nos informaron de que no cabía ni un alfiler y menos el Alea, que podíamos fondear a la espera de un hueco poco probable -había otros 17 veleros fondeados con la misma esperanza- o buscar otro lugar.

Fondeamos para charlar con tranquilidad ya que la mar estaba muy formada y no era cuestión de pensar zarandeados por las olas... y dedicimos ir a Lanzarote.



La marina más próxima era Pto. Calero y nos dijeron que había plaza para nosotros. Salimos después de comer y el destino nos compensó el disgusto de la marina con la mejor navegación desde que salimos.

Viento casi de popa, la mayor como única propulsión, probablemente con una corriente a favor, íbamos volando a más de 8 nudos como si fuera lo más normal del mundo. MARAVILLOSO.

Llegamos a Puerto Calero donde nos "empotraron" en un amarre que nos pareció demasiado estrecho, pero ya estábamos amarrados... y lo único, lo único que queríamos era DORMIR así que a ello nos pusimos con ganas.

Ahora quedaba analizar las conclusiones personales y técnicas de la travesía, pero decidimos dejarlo para otro día y ahora yo lo dejo para otro post... pero prometo compartirlo con vosotros!