sábado, 6 de agosto de 2011

Limeni, Dyros, Koroni



Después de disfrutar del paraíso de Pto Kaio, todos los veleros que ahí estábamos decidimos salir tempranito para cruzar el cabo Tainaron mientras la meteo fuera favorable.

Esto significa que contra todas nuestras buenas costumbres a las 06.00h ya estábamos en marcha, eso sí, todos despiertos que el madrugón siempre tiene premio y ver amanecer en el mar es uno de los mejores



Con el viento de proa y avanzando a motor doblamos el cabo


y fuimos haciendo millas hacia el norte hasta llegar a Limeni; en el camino nos acompañaron unas amenazadoras nubes de tormenta pero afortunadamente no llegamos a mojarnos!




En Limeni, la guía indica que hay un pequeño muelle y que si hay suerte y no está ocupado por los pescadores se puede utilizar sin problemas. Pues bien ¡tuvimos suerte! (creo) ya que quedaba un huequito entre la pared (¿habría rocas?) y un pescador.

Ahora os tenéis que imaginar la escena: cinco personas a bordo, Johan que mira el hueco y dice que cabemos; yo que digo que no creo, Luz que no dice nada pero mira escéptica, Carlos y Antonio prudentemente cayados.

Vamos a amarrar de costado y la maniobra: una bola (defensa gorda) todo lo atrás posible y entrando con un ángulo de unos 45º yo salto a tierra con una amarra y la llevo todo lo atrás que puedo; con esto tenemos una "visagra" y Johan con el timón y el motor va colocando el barco en el sitio, amarramos en proa y listos

Ok, la teoría la teníamos clara así que allá íbamos.

Johan entró perfecto, yo salté a tierra con mi amarre de popa y Antonio saltó con un amarre para la bita del centro. Tensé mi amarre y según Johan iba maniobrando yo empecé a gritar "cuidado, aquí no quedan ni 30 cm", en estas que vino a la carrera Carlos y mirando a Johan -muy sereno- le dijo te queda casi un metro.

En proa controlando distancias, Luz que gritó "cuidado, aquí no hay ni medio metro!"; Carlos que corre a proa y dice "metro y pico"

Y así, poquito a poquito... encajamos (bueno Johan y si acaso Carlos, tal vez hasta Antonio -que al menos no gritaba-, porque el equipo de féminas demostramos que lo nuestro es la precaución y que lo del sistema métrico lo llevábamos regular... eso sí, chocar no habríamos chocado por nuestra culpa). Por cierto, si alguna vez váis por ahí, la pared que queda frente a proa es completamente vertical -sin una roca- de modo que se puede llegar hasta bien cerquita.


36º41'7N 022º22'7E


Limeni no tiene demasiado que ver, pero como casi todos los rincones que nos hemos ido encontrando por el Peloponeso nos ha regalado una tranquilidad que no hemos visto en otros sitios; un par de bares/tabernas (muy pero que muy bonitos) y unas cuantas casa con una arquitectura peculiar (piedra gris grandota en la fachada) frente a una bahía calmada, hicieron que la tarde fuera muy agradable.



Y al día siguiente, soltar amarras -la maniobra mucho más sencilla- y rumbo a ¿Kalamata? ¿Koroni?... como siempre, salimos con intención de ir a vela así que decidiendo el destino un poco sobre la marcha, según nos soplara el viento.

Como el día estaba tranquilito nos atrevimos a ir a las cuevas de Dyros y dejar al Alea fondeado mientras las visitábamos


36º38N 022º22'E

frente a la entrada de las cuevas hay una cala que nos dijeron se llamaba "de los huevos de dinosaurio", no sé si en la foto se aprecian las "piedrecitas", son verdaderos huevos: circulares, homogéneas, blancas... lo peor: andar sobre ella es un castigo para tobillos y espalda; lo mejor: el sonido impresionante del agua al resbalar sobre ellas, entre ellas, jugando con ellas.




Pero a lo que íbamos, que ya me despisto, que íbamos a ver las cuevas y no las íbamos a meter en la libreta de "pendientes".

La entrada a las cuevas cuesta 14 euros por persona (barato no es) e incluye un paseito en barca y un paseo a pie. Para mí, lo mejor el tramo en barquita: el fondo es de apenas 50 cm y la barca se desliza impulsada por el remero que usa el remo a modo de pala con la que lo mismo golpea una pared, que el techo, que el fondo (o sea, que no rema nada de nada). Éramos sólo seis personas y todos manteníamos un respetuoso silencio...



A nosotros nos encantó la visita, las cuevas nos parecieron de verdad impresionantes. Desde luego podemos ahora empezar a decir que si son más pequeñas que las de Nerja, menos prehistóricas que las de Altamira, menos impresionantes que las de no sé dónde... pero si algo hemos aprendido es que cada cosa tiene su encanto y para disfrutarlo hay que vivirlo en el momento, dejándose llevar por las sensaciones que siempre son únicas. Las cuevas de Dyros son únicas!


Y de vuelta al velerito

aprovechando que teníamos personal para remar jeje

Y finalmente optamos por poner rumbo a Koroni (navegando rumbo oeste), aprovechando la brisita, y allí llegamos a media tarde; nos recibió el pueblo con su castillo (se puede fondear en ambos lados) y un buen número de veleros ya fondeados;




elegimos un lugar más alejado del muelle para asegurarnos el calado aunque después comprobamos que teníamos más ola (en la siguiente visita al lugar nos pusimos mucho más cerca del pueblo) y desde ahí con Aleita nos fuimos a investigar


Como los demás pueblecitos del Peloponeso, resultó ser menos turístico que otros lugares (muchas autocaravanas, eso sí) y más, más ¿griego?. Nos recordaba una anécdota cuando llegamos a Tabarka en Túnez y mientras callejeábamos por el pueblo alguien se nos acercó para decirnos que nos habíamos equivocado, que aquella calle en la que estábamos no era para turistas, que ahí vivía gente... pues bien, para explicarlo de alguna manera, en Koroni también vive gente!



Paseamos sin prisas por las calles y encontramos un lugar agradable con vistas al mar donde cenar, paseamos después de la cena, mmmm

Lo más interesante o curioso es que encontramos una panadería -cerrada- en la que hacían un pan -unos 4 kg- impresionante, bonito, de esos que te hacen pegar la nariz al aparador

Nos explicaron que el pan dura un mes sin problemas y que está bueno bueno (o sea, tal cual lo que parece a la vista)


Encontramos otra panadería que nos dijo que también hacía el famoso pan y que nos reservaba uno para la mañana siguiente, así que después del desayuno nos fuimos para allá más felices que si nos hubiera tocado un premio en una rifa. Pero, sniff, el pan "solo" pesaba dos kg y no era tan bonito como el otro. El sr. panadero nos aseguró que también duraba muchos muchos días... No podemos certificar si es o no cierto porque lo que sí lo es, es que estaba tan bueno que a penas nos duró tres días (y el último seguía fresco y tiernito como el primero, eso sí)



Y con la despensa llena de pan le dijimos adiós a Koroni para poner rumbo -esta vez sí- hacia Kalamata






¿lo mejor de Koroni?

para mí, como siempre, una buena cerveza, en buena compañía.






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