jueves, 16 de junio de 2011

Leonidhion



Pasados unos días en Pto. Helli (por cierto, si alguien se pierde por ahí hay una taberna que se llama Alexandra que sirve un cochinillo para chuparse los dedos) y después de hacer nuevos amigos entre las gentes que estaban en la marina seca acabando los preparativos para una nueva temporada en el agua, decidimos poner rumbo a Leonidhion.

La navegación fue de las que hacen afición (es que la frase hecha viene que ni pintada) ya que teníamos un buen viento, a penas olas y llegamos a alcanzar una velocidad de 8'3 nada habitual en nuestras travesías ¡un gustazo! eso sí, como sucede siempre, cuanto mejor es la navegación más rápido se llega al destino -no como cuando el viento te lo pone difícil y parece que no vas a llegar nunca- y nos quedamos con ganas de un poquito más

La entrada al puerto es un tanto complicada... ¡porque no hay quien vea la entrada del puerto!

Justo delante nuestro navegaba otro velero que no hacía más que acercarse y alejarse de lo que parecía una playa sin más; finalemente parecieron darse por vencidos; nosotros, con el plotter en una escala muy cercana y los prismáticos en la mano, tampoco conseguíamos ver por dónde seguir aunque la carta indicaba que estábamos a tocar de la bocana. Así que confiando en la tecnología nos fuimos acercando y finalmente acertamos a ver la luz verde ¡eureka!

Entramos en el puertecito donde solo había otro velero abarloado al muelle y el otro velero, al vernos entrar, rápidamente siguió nuestros pasos.

El derrotero que manejamos indica que hay calado suficiente hasta "la escalera" pero lo cierto es que no veíamos escalera ninguna así que optamos por ser conservadores y nos quedamos tras el que ya estaba amarrado aunque estuviera más tranquilo más al fondo del puerto.
(37º08'4N 022º53'3E, si entra ola en el puerto, el mar de fondo es incómodo estando abarloados a muelle)



Después, paseando, nos dimos cuenta que la escalera estaba ahí pero como no era lo que nosotros imaginábamos ni siquiera la vimos!



Estando nosotros ya amarrados llegaron nuestros "seguidores"; les echamos una mano con los amarres pero no tardamos en darnos cuenta de que no era un velero "normal"; se trataba de un grupo de rusos que acompañados de un instructor estaban haciendo prácticas de navegación. La técnica del profe consistía en explicar previamente la maniobra y los pasos a seguir... y después dejar que se equivocaran una y otra vez (por aquello que se aprende mejor del error y la práctica); de este modo estuvieron a punto de empotrarse en nuestra proa un par de veces, cocharon su popa contra el muelle otras tantas y fueron capaces de explotar una defensa antes de darse por satisfechos..........................................
mejor eso que salir sin saber, pero ¡qué peligro!


Para reponernos del susto nos fuimos a tomar una cervecita que es algo que nunca está de más




y para bajar lo ingerido, nos fuimos a pasear por una playa preciosa que hay justo tras el muelle y que a pesar de ser de canto rodado -como casi todas las playas en Grecia- presentaba un aspecto inmejorable (con duchas y todo)



Al día siguiente decidimos seguir los consejos de la guía e ir a visitar el monasterio de Elonas que se encuentra colgado en la ladera de una montaña; no hay transporte público así que pedimos en una taberna si nos podían llamar a un taxi y para allá que nos fuimos (el taxi 35 euros incluida la espera durante la visita y el regreso)



En el monasterio actualmente viven dos hombres y una mujer en un entorno impresionante



aunque no es difícil imaginar que en otros tiempos estuvo más poblado ya que cuenta con numeroso espacio de viviendas


Nos invitaron a tomar unas frutas escarchadas y uno de los ¿monjes? nos invitó a un café que compartimos todos en una mesa al aire libre con unas vistas preciosas... las ventajas del turismo fuera de temporada (este relato corresponde -todavía!- a nuestras vivencias del mes de abril)




De regreso, Ani y yo decidimos parar en Leonidhion (en realidad la pequeña localidad en la que se encuentra el puerto se llama Plaka) y bajar andando aprovechando que el día estaba precioso y soleado.

El camino nos llevó más o menos una hora a buen paso; finalmente hicimos dedo y un coche nos acercó hasta el puerto ya que Johan nos esperaba para salir y estábamos llegando algo tarde.

No sé si sería el calor, la caminata o que me tenía que pasar... pero al llegar al barco tenía un terrible dolor en el costado; me fui a la cama y lo cierto es que me costaba aguantarme los lagrimones. Le di a Johan un susto de muerte ya que pensó que podía ser apendicitis (el dolor localizado, décimas de fiebre) así que decidimos no soltar amarras hasta que la cosa se aclarara... un buen rato más tarde.

Un par de días después embarcaron José Luis y Ana que es médico. Ella me hizo una exploración y determinó que sólo era un problema de gases pero el susto nos acompañó un ratito!

Dejamos por fin Leonidhion para llegar hasta una calita en Spetses donde pasamos una noche estupenda, fondeados sin vecinos, con un cielo de esos que no te cansas de mirar.
(37º17'7N 023º061E)



Y aquí empezaba nuestra pequeña ruta por el Argosarónico para volver a visitar algunos de nuestros lugares favoritos antes de dejar Grecia: Ermioni, Poros, Navplio, Hydra... y desde luego -no podía ser menos- nos pasaron un montón de anécdotas que os contaré en el próximo capítulo (pronto, prometido)


1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola. Llevaba algún tiempo sin leer. Me he puesto al día. Y que sorpresa al ver el nombre de Canarias entre las rutas del Alea. Espero poder verles e invitarles a comer en un "guachinche" (comida y vino caseros) de Tenerife. Mis hijas están contentísimas pues siempre les cuento historias de una pareja que un día decidió ...ser feliz. Lamento no haber podido visitarles por Grecia. Un beso y les esperamos en Septiembre. Luismi