sábado, 26 de junio de 2010

Agathonisi, la última chiquita

Antes de llegar a Samos, el punto más oriental previsto para nuestra navegación primaveral, queríamos completar nuestro ciclo de "pequeñas islas" visitando Agathonisi que sobre la carta parecía muy atractiva.

La navegación -apenas 15 millas- tuvo que ser a motor porque el viento no quiso acompañarnos así que aproveché para practicar un poquito con la rueda y el destino nos regaló con la visita de unos delfines que jugaron sin descanso en la proa del Alea durante casi media hora


Parecía que estuvieran posando para nosotros sobre un agua tranquila, sin una ola y de un azul imposible




Llegamos al amarre en una tarde un poco gris...

allí nos ayudaron con los amarres la familia del velero Chenoa, un matrimonio joven con un par de chiquillos de 5 y 6 años de edad; la primera impresión: una familia que está dando un paseito de un mes por Grecia; la realidad: una familia que se construyó un velero de aluminio y que han dado la vuelta al mundo en los últimos cuatro años, saliendo con dos bebés de pañales y que están ya de regreso porque quieren escolarizar a los peques. Conclusión: no hay que fiarse de las primeras impresiones!




Con un fondo de más de tres metros bajo nuestra quilla, se puede ver hasta la última piedra del fondo y hay cientos de peces de todos los tamaños... en momentos así siento que tengo el jardín más grande del mundo y que en lugar de flores me crecen pececillos, y me siento la mujer más afortunada



Lo primero que nos sorprendió en el paseo de reconocimiento por las inmediaciones del amarre fue ver montones de inmigrantes literalemente amontonados por todos sitios, en actitud de clara espera.

Encontramos a unos guardacostas portugueses -nos explicaron que estaban en una especie de programa de colaboración europea contra la inmigración ilegal- y nos dijeron que a causa de la proximidad física de las fronteras griega y turca en este punto (a penas tres millas) es la puerta de los que intentan llegar a Europa desde este punto del este: con apenas una lancha de goma reman un poco y pasada la frontera si una patrullera se acerca pinchan el bote y se dejan rescatar.

En su mayoría se declaran palestinos, pero al hablar con nosotros nos dicen sus nacionalidades -de lo más variadas- y cuál es el camino que les espera -y que les es bien conocido- para poder deambular por al´gun país europeo...

Lamentable una vez más enfrentarse al drama de la emigración, gentes que dejan sus raíces por un futuro cuanto menos incierto.

Al caer la tarde del segundo día llega un ferry que los llevará a Atenas y el paísaje cambia sin su presencia aunque de alguna forma nosotros seguimos sintiéndolos ahí.



La isla es tan pequeñita que el paseo hacia la chora no da ni para los consabidos 5 km.



A penas hay dos asentamientos de pocas viviendas y algún bar... eso sí, uno grande y otro chico



Y siguiendo con nuestra sección de curiosidades, explicaros que en casi todos los pueblos que hemos visitado hay postes con lo que yo entiendo son "apartados de correos" donde los carteros dejan la correspondencia. Suponemos que acaso por lo escarpado de las calles, los recobecos que esconden, lo disperso de las casas... es más fácil este sistema de reparto ¡inteligente solución!



No hicimos mucho más que compartir ratos y risas y charlas y juegos con la familia del Chenoa... y juntos decidimos unos días más tarde seguir camino hacia Samos.



Y juntos soltamos las amarras para buscar nuevos horizontes!



lunes, 14 de junio de 2010

Arki, nuestro paraiso

Dejamos Patmos -sin madrugar demasiado para no perder las buenas costumbres- con las dudas de si ir o no a Arki, por aquello de que era muy pequeñita, y ves tú a saber si vale la pena, al fin y al cabo todas son iguales... pero nos pudo más el gusto por lo minúsculo que otra cosa y alla que nos encaminamos




Desde que desplegamos las velas a final de enero ha sido sin duda la mejor navegación: después de unos días de calma, el mar estaba como un plato y soplaba un viento perfecto entrando por la aleta; con toda la vela arriba hacíamos unos 7.5 nudos (para nosotros nada habitual ya que solemos alcanzar los 6.5 y estamos tan contentos) de navegación placentera, divertida, rápida... un gusto.

Al amarrar y hacer las correspondientes anotaciones en el cuaderno de bitácora nos volvió a entrar la duda de cómo hay que calcular las medias de velocidad de un trayecto. Nosotros ponemos como hora de salida aquella en que empezamos la maniobra de desamarrar del muelle (aun con los cabos a tierra) y como llegada el momento en que podemos apagar el motro porque estamos perfectamente amarrados... y así aun en días en los que hemos navegado muy rapidito, la media no sube nunca de los 6 nudos, por lo que lo normal es que calculemos un promedio de 5 nudos la hora y a veces nos quedemos por debajo... supongo que si los mismos cálculos los haces desde que estás fuera del puerto de salida, ya con las velas en alto, hasta que llegas a la bocana del destino y no computas lo que tardas en maniobrar, aproar para subir la vela... en fin, que como nos gusta nuestro ritmo lento no importa demasiado, pero nos sorprende ver que todos dicen ir tan rápido, y llegan igual de "lentos" que nosotros

En esta pequeña travesía a nuestro lado un velero -también de acero, bandera holandesa- estaba disfrutando tanto como nosotros y uno junto al otro llegamos a Arki (nos prometieron enviar unas fotos pero no nos han llegado, así que no las puedo compartir con vosotros, sorry)



Nosotros optamos por ir al muelle que indica la guía como amarre de la isla -tiene espacio para unos cinco barcos pero estábamos solos- y el Oxy (menudo nombre para un barco de acero!) que ya conocía la isla de otras visitas optó por fondear en la bahía vecina donde un restaurante ha habilitado un par de boyas.





En la isla -minúscula- un par de tabernas preciosas, bien cuidadas y atendidas- un pequeño, muy pequeño, mini market y poco más.



Al atardecer descubrimos el placer de pasear sin más sentido que el que descubrir paisajes de esos que te hacen disfrutar del silencio




De aguas de colores tan especiales que cuesta entender que sólo la palabra azul tenga que servir para definirlos a todos ellos



Senderos que llegan hasta al mar


rodeados de mar


Así se nos pasó un día detrás de otro: charlando de pesca con el propietario de una de las tabernas, viendo llegar a los pescadores con su escasa recompensa para horas de trabajo, viendo tejer y reparar las redes, viendo a los chiquillos corretear por la playa



y por las noches a probar la modalidad de pesca con pan como cebo, que tuvo su recompensa



Seguramente poco atractivo para el que busca muchas actividades, museos, bares, gente... pero más que suficiente para nosotros que podemos pasarnos un buen rato descubriendo dibujos en las formas caprichosas de una roca



Porque nos encanta no perder de vista lo chiquitos que somos dentro de la naturaleza!



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Mil gracias a todos los que me habéis dado direcciones para disfrutar de mi nuevo e-book

Me quito el sombrero ante vuestras respuestas a la pregunta de los cinco km... espero estar a la altura de los polizontes que habitáis en las bodegas!!!

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Info para navegantes

  • en el muro en el que se amarra, hay una profundidad de 4 metros en la zona central que baja hasta dos en los extremos.
  • Caben aproximadamente 6 veleros aunque también hay algún que otro pescador y llega ocasionalmente un pequeño ferry desde Lipsi o Patmos
  • Las dos tabernas son estupendas, incluso nos vendieron pan, pero la posibilidad de hacer compras es mínima
  • Las boyas de la bahía vecina pertenecen a un restaurante; no podemos deciros para qué tamaño de barco están pensadas pero vimos en una de ellas al Oxy, un velero de acero de 10m, por si sirve de indicativo
  • No nos cobraron nada pero no hay servicio de luz ni agua
  • La isla es ideal para pasear... y poco más... y nada menos

domingo, 6 de junio de 2010

Patmos la apocalíptica


Johan me ha regalado un ebook!!!!!

después de mi último post, mi carita de pena... ¡me ha regalado un ebook!
que nadie piense que es para deshacerse de los 200 libros que tenemos en el salón y conseguir así que la línea de flotación suba un poquito y evitar así esa pequeña escora que tenemos hacia el lado de estribor...
lo ha hecho porque me quiere mucho.
bueno, y supongo que porque a él también le gusta leer y nos estábamos quedando sin material
sea como fuere, acabamos de entrar en otra etapa
sigo adorando los libros en papel y sigo eligiéndolos siempre que sea posible (el ebook no "huele" a libro) pero en nuestra situación es un recurso perfecto!
NO pienso regalar todos los libros que llevamos a bordo, sólo unos poquitos.
Sigue en pie el pedido de intercambio de libros porque ahora somos dos y un único ebook
Estoy muy contenta
¿alguien me recomienda una buena página donde poder comprar ebooks en español?


Pues nada, perdonad este ataque de alegría y vuelvo a lo nuestro: VIAJAR

El día previsto para partir de Lipsi amaneció sin viento y así las cosas decidimos ir a Patmos.
A Johan le hacía ilusión conocer la isla de la que tanto había oído hablar por aquello de que aquí tuvo San Juan la revelación de la Apocalipsis. ¿San Juan? ¿Apocalipsi? ¡y pensar que fui 8 años a un colegio de monjas!! Será que en mi educación pusieron más empeño en la parte de los evangelios del Nuevo Testamento pero la verdad es que yo no había oído jamás el nombre de Patmos ¡Señor, que mal ando de culturilla general!

En cualquier caso, la excusa era buena para no dejar de visitar la isla y como sólo nos separaban 10,5 millas, hacia ella pusimos la proa tirando de motor.

Sólo los últimos 45 minutos se levantó una brisa que nos permitió navegar a vela (despacito pero a vela) y así llegamos a Patmos.




El puerto está al fondo de una bahía muy protegida y había sitio sobrado para amarrar. Coincidimos con un catamarán suizo que salía en ese momento porque se anunciaba "una tormenta importante" y creía que en Arki estaría mejor... Nosotros consultamos tres páginas diferentes de meteo (Meteo greece, poseidon y ugrib) y en ninguna de ellas se apreciaba demasiado viento para las próximas horas; el suizo tenía información del Navtec que da partes para zonas más amplias con lo que puedes pensar que tienes encima una gran tormenta cuando está a bastantes millas de ti... supongo que es perfecto para travesías más largas en las que te interesa una información más global, pero desde luego para ir de isla en isla son mucho más prácticas las páginas más locales!



El paseo por el puerto (nuevas instalaciones que de momento sólo estaban ocupadas por pescadores aunque el calado es más que suficiente para los veleros... será que aun no aparecen en las guías y nadie se aventura a descubrir nuevos territorios) y por el paseo marítimo nos encantó... bares, callejuelas, tiendecitas, carnicería, frutería; todo lo necesario para quedarse un ratito. Y allá en lo alto, presidiendolo todo, la Chora con el famoso monasterio de San Juan Teologo.



Nos explicaron que para subir a la Chora (5km.) había un camino en la montaña -cuesta arriba!- o un servicio regular de autobuses; y nosotros elegimos el bus!




Al levantarnos al día siguiente ¡sorpresa! un supercrucero de 2000 pasajeros ¡si a todos ellos les daba por ir a visitar la ciudad de Patmos y el monasterio iba a ser imposible moverse por allí!!


Sin embargo, cogimos el bus y llegamos a una ciudad -pequeño pueblecito- de calles tranquilas y silenciosas, sin nadie paseando por ellas.



Y con el mismo silencio nos recibió el monasterio


Después nos enteraríamos que el crucero tiene una escala de 4 horas en Patmos (hay otro crucero que no va con tanta prisa y hace una escala de 6 horas!). En ese tiempo se les ofrece a los pasajeros la posibilidad de pasear por el puerto donde amarran o visitar un pueblo del interior, el monasterio, o la cueva de la revelación de la Apocalipsi... sólo una cosa y con una duración de 2 horas (incluidos los viajes). Total, que para cuando nosotros llegamos arriba, los que habían elegido monasterio ya estaban de regreso al barco
Una buena forma de ver 10 islas en 7 días (¿¿??)

Así que pudimos disfrutar de una visita privada y envuelta en el silencio a este estupendo Monasterio que en su día fue un centro de estudio religioso muy importante (todavía hoy acuden a él numerosos estudiosos) y un centro económico ya se había concedido a los monges el derecho para controlar el tráfico marítimo entre Lavrión, Creta, Alejandría y Estambul.

Actualmente habitan de forma permanente 12 monges




Salimos de allí después de haber pasado un buen rato sentados simplemente sintiendo el silencio y la espiritualidad que transmitían los muros con sus iconos... habrá a quien le parezca un aburrimiento, pero a nosotros nos reconforta simplemente disfrutar de la historia que se adivina dibujada en las paredes.



Y en Patmos -la chora- nos esperaban calles encaladas,




flores que nos recordaban que el invierno había quedado atrás



callejones para que jugáramos a que estábamos viviendo en la Edad Media



y un único bar abierto -que es que los turistas se quedan todos en el puerto y no van más allá, nos comentó el propietario-






las campanas anunciando el paso de las horas y una vista impresionante de la bahía



Y el camino de bajada ¡a pie! que no es que no nos guste caminar -ni mucho menos- pero si podemos elegir preferimos hacerlo cuesta abajo jeje




Por el camino encontramos la famosa cueva de la revelación. Es una cueva en la que se disponen diferentes pequeñas estancias y en una de ellas, tallada en la pared, una pequeña cavidad en la que supuestamente reposaba la cabeza del Santo al recibir las palabras de Dios (que de verdad debía estar un poco desnucado el pobre porque parece incomodísimo... así cualquiera tenía visiones)


Una de las mejores imágenes de Patmos -y no tengo foto, lo siento- era la del autobús que desde el puerto te llevaba hasta la cueva. En el letrero luminoso sobre el conductor avisando sobre la ruta rezaba algo así com "bus a la Apocalipsi"... IMPRESIONANTE


En nuestros paseos vimos con asombro como un tripulante de uno de los megacruceros estaba pescando con una cañita que parecía de juguete
¿no les darán de comer?




Nos explica que es personal de seguridad y que es originario de Filipinas, que su dieta es básicamente de pescado y en el crucero sólo les dan carne! Está pescando con unos filetes de pechuga de pollo (¿?) que le habrán costado más caros que si hubiera ido a comprar un kilo de sardinas, pero supongo que de alguna manera tienen que matar su tiempo libre.



Y ya que estábamos en la zona de los "grandes" pudimos comprobar que el tamaño de los norays sí importa!!!



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y ahora una preguntita que nos tiene llenos de curiosidad desde hace meses y no damos con la respuesta... seguro que Rom nos echa una mano que es mucho pero que mucho mejor que un investigador privado!

¿hay alguna razón para que la Chora -o ciudad principal de la isla- esté normalmente a 5 km del puerto?... no pasa en todas las islas pero en las que llevamos visitadas hasta ahora en no menos de un 80%, ni más ni menos!

¿será que era una distancia razonable para hacer el trayecto con los animales de carga o a pie?
¿será porque era un número mágico?
¿será porque en Atenas han impreso cientos de placas con "Chora 5" y las han colocado por todos sitios y la Chora en verdad está a veces más cerca, a veces menos?
¿¿??


martes, 1 de junio de 2010

Lipsi o volver a los pequeños lugares



Pues esta vez levantamos el ancla para partir de Leros sin demasiada pena y pusimos rumbo a Lipsi; nuestos amigos alemanes de Paros nos habían recomendado no dejar de visitar las pequeñas islas de esta zona -sin duda, para ellos las mejores- así que aprovechamos que a las distancias son muy cortas, sólo hay que navegar 8 millas, para ir "matando" estos días sin viento que nos obligan a echar mano del motor...




Esta vez no hemos podido darnos el gusto ni de desplegar las velas para probar, pero en poco rato estamos de nuevo amarrados, todavía sin compañia aunque ya sabemos que los veleros que han hibernado en Leros se están echando al agua y empezando la navegación de la temporada, así que -sin duda- pronto tendremos vecinos!



Ni siquiera hemos bajado a tierra y ya nos gusta la isla. Toda blanquita, límpia (muy límpia), sin el ruido de las motos y los coches...


Además ofrece un buen resguardo para cualquier tipo de viento




Lo primero que hacemos es buscar un contenedor para deshacernos de nuestra bolsa de basura, pero, aunque cueste creerlo, no encontramos ninguno. Johan va a un bar a preguntar y vuelve con una sonrisa y tres bolsas de plástico -verde, amarilla y transparente- en la mano.
Me dice que en esta isla la basura se recicla y se recoge selectivamente; tenemos que abrir nuestra bolsa y separar plástico/vídrio, papel y orgánico y dejar la bolsa de orgánico mañana por la mañana en un lugar que nos han indicado (la orgánica se recoge en días alternos) y las otras dos en el mismo lugar un día más tarde, así que toca buscar unos guantes y separar.

Puede que esto suene normal, pero en pocas islas pequeñas hay recogida separada de basuras y que en esta isla sea la ÚNICA forma de recogida nos parece estupendo, la misma filosofía está en todo el pueblo (hasta las papeleras de las calles están separadas por tipo de basura) y todo está limpio y cuidado, es un verdadero gusto pasear por aquí.



Nos sorprende encontrarnos de nuevo con los paisajes en blanco y azul, después de nuestro paso por Kalymnos y Leros ya dábamos por hecho que el Dodecaneso era muy diferente a las Cicladas y sin embargo estas calles bien podrían ser de cualquiera de ellas!



Esa misma noche damos un paseito nocturno al borde del mar; hay un montón de bares con un encanto especial y nos cuesta resistirnos a entrar en uno y tomarnos algo. En la mesa vecina un griego habla con una pareja de norteamericanos; sin más, el de EEUU se levanta y viene a preguntarnos si hablamos inglés y si sabemos cómo se llama ese mineral (o similar) en el que se han encontrado insectos prehistóricos... le decimos que ámbar y el insiste en que -al menos en inglés- hay otro término más específico; no tenemos ni idea pero acabamos de conocer a Sophie, Jianici y Jianello, tres increibles personajes que llenaran de historias nuestro paso por Lipsi!!


Y al día siguiente, paseando, paseando, vemos a un caminón que descarga madera frente a un bar que está haciendo la puesta a punto antes del verano; como necesitamos unas planchas -siempre hay cosas que acabar a bordo- preguntamos dónde podemos comprarlas y la respuesta es perfecta: podemos comprar ahí mismo si sabemos las medidas... y ¡voilà! por muy buen precio nos vamos con la madera bajo el brazo




Y nuestros paseos aun tenían más premios. Encontramos una cafetería que tenía un rincón de intercambio de libros. Es algo habitual en los lugares en que abundan los veleros de paso. No hay que pagar nada. El bar simplemente cede un espacio y tú puedes dejar un libro, coger un libro, dejar uno y coger otro...

Mi problema es que casi nunca encuentro nada en español (¿será que los españoles no viajamos? ¿será que nos cuesta desprendernos de un libro?) y ya me he leído casi todos los libros que llevamos a bordo... y llevamos un montón!!

Pero esta isla tiene magia y encontramos un libro para mí y un par para Johan, dejamos tres libros en español para que el siguiente no se queje y seguimos adelante!



Una mañana se presentan los americanos a hacernos una visita -les hemos dicho que somos los del velero naranja y así es fácil encontrarnos- y nos cuentas que él (que se presenta como Jianici porque le gusta el nombre aunque dice llamarse John, aunque después resultará que según su pasaporte se llama Hubert) viajó a Lipsi hace 20 años y se quedó completamente fascinado por este rinconcito de mundo. Ahora estaba pasando aquí 15 días acompañado de una amiga; hablamos de la posibilidad de llevarlos a Arki -nuestro siguiente destino- y así navegar juntos, pero él asegura que no necesita nada más que lo que encuentra en Lipsi: paseos, tranquilidad, naturaleza... y quedamos para pasear juntos al atardecer



Ellos conocen bien la isla y nos proponen ir a Monodendri; el camino es precioso y solo se oyen los sonidos de la naturaleza... incluido -como no- el rebuzno del burro!





Casi no hablamos en el trayecto, sólo andamos, admiramos y nos dejamos llevar



Y llegamos a un punto en el que nos sentamos sencillamente a contemplar ... porque es espectáculo lo vale









Al día siguiente se presenta en el barco Jianelli -el griego con el que hablaban nuestros amigos la primera noche- nos cuenta que es soldado profesional retirado, que vive en la isla, que se está construyendo una finca en la montaña... y sin más preámbulo nos invita a comer en casa de su madre!!!; todo es un poco raro pero no deja mucho margen a una negativa y allá que nos vamos. Es una casa humilde, a penas un pequeño salón y una cocina a la vista y una señora muy mayor que no habla palabra de inglés!

Comemos muy a gusto mientras vemos la tele y van desfilando diferentes nietos y vecinos a saludar; cada uno de ellos sale de la casa -con las puertas siempre abiertas- con un dulce o alguna otra comida debidamente envuelta en un papel. Tenemos la impresión de habernos colado en una vida y estar mirando desde un rinconcito...

Después de pasear por la isla con Jianelli y tomar una cervecita a bordo con él nos despedimos algo confusos con los acontecimientos del día... pero felices de ir sumando experiencias!

Al día siguiente vienen a despedirse de nosotros los americanos. Vamos a poner rumbo a Arki pero ellos definitivamente no nos acompañarán. Sophie -que tuvo un novio mejicano y habla un español divertidisimo- nos trae una docena de huevos!!!

Supongo que se los habría regalado alguien y ellos al alojarse en un hostal no tenían cómo usarlos, pero es la segunda vez que nos regalan huevos ¿se nos verá faltos de proteína??




Ya hace una semana que estamos en Lipsi donde llegamos para un par de días... es tiempo de partir. Próximo destino: Arki o Patmos según nos sople el viento!




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Nota para quienes vengáis a pasar unos días con nosotros

puesto que sigo con problemas para encontrar libros, os estaría muy agradecida si encontrarais un huequecito en la mochila para traerme alguno que tengáis por casa ya leído... yo a cambio os daré uno de los míos (en el barco tenemos unos 300 libros y ya no cabe ni uno más; el capi me tiene avisada: libro que entra, libro que sale)