miércoles, 17 de febrero de 2010

Reencuentros: Aegina y Fernando

Aquí estamos de nuevo; esto de no tener internet rápido en todos los sitios hace que volvamos a ir con cierto retraso, pero vamos a intentar ponernos al día!
Salimos de Poros después de un par de días de mucho viento y por fin pudimos navegar en un día estupendo, soleado, con una mar planita y un buen viento


Aunque vamos siempre con el curri echado, no pescamos ni para el aperitivo, pero por lo menos volvimos a coger un colorcito saludable!



Y cumpliendo fielmente los pronósticos, el viento se levantó con algo más de ganas cuando estábamos próximos al puerto de llegada -lo justo para poner difícil la maniobra de amarrar- por lo que con un par de rizos en la mayor y en el génova pudimos comprobar que el Alea se sabe mover con gracia!

La maniobra en el puerto no fue sencilla -tal y como esperábamos- pero después de un par de intentos aparecieron un par de angelitos que se ofrecieron a cogernos las amarras y por fin pudimos respirar tranquilos.
En menos de cinco minutos ya teníamos en la popa a las señoritas de capitanía para cobrarnos por la entrada y la estancia (por dos días 15,77€) y todavía conservábamos con saldo la llave de agua y electricidad... sólo quedaba disfrutar de la puesta de sol y esperar la llegada de Fernando, del Ralip, que iba a pasar un par de días con nosotros y que con su compañía y su presencia justificaba sobradamente nuestro regreso a Aegina.
Tras una primera noche en buena compañía, Fernando utilizó el día en seguir poniendo a punto su velero para la navegación de este año y nosotros nos dedicamos a hacer el turismo que no pudimos hacer en verano.
Visitamos en templo de Aphaea, a 16 km del puerto, uno de los mejor conservados del país




El sol en todo lo alto, las vistas al mar a ambos lados del templo y ni una persona más que nosotros dos... parecía un tanto irreal





nos hizo pensar que por el simple hecho de ver una multitud damos por sentado que lo que vemos es realmente importante... y que la soledad de aquellas piedras hacían que parecieran menos impresionantes de lo que eran...




Nos deleitamos estudiando las formas de la edificación, imaginando la vida tantos años atrás alrededor de aquellas mismas columnas, incluso nos dió por filosofar sobre la vida, lo que perdura, las ideas, las civilizaciones...
Y de vuelta al Alea que Fernando nos esperaba!!
Otra cena, otra conversación sin prisas sobre la vida a bordo, la navegación, las cartas, las rutas, la vida... al día siguiente nosotros pondríamos rumbo a Kea y Fernando regresaría a España; ahora sólo falta ir tachando los días y vigilar bien junto a quien fondeamos porque el día menos pensado volveremos a compartir un buen vino y una buena charla a bordo de cualquiera de los dos barcos.





Nuestro siguiente destino, Kea, la primera de las Cicladas. Estamos emocionados porque de algún modo nos parece que es ahí donde empieza nuestro viaje de este año.

1 comentario:

Náufrago dijo...

Indudablemente, esas ruinas son un lugar perfecto para reflexionar sobre el pasado y el futuro de la civilización. ¿Seremos nosotros capaces de dejar alguna piedra en pié para que la disfruten generaciones venideras?

Creo conocer la respuesta.